De toda la vida , la música (y ya no digamos la letra) se ha utilizado de forma más o menos perversa para ensalzar y loar hasta la náusea las virtudes, bondades y magnificencias varias del poder de turno, sea este terrenal o divino.
Está claro que hay muchos casos en los que la palabra supera ampliamente al soporte musical y algunos menos en los que ambos se funden en un orgasmo artístico. En mi caso, supongo que por la deformación que provoca eso de tener un papel que dice que soy musicólogo, considero que generalmente es la letra la que acompaña a la música y no al revés. Reconozco que en muchas ocasiones no tengo muy claro de qué habla una determinada canción, simplemente porque la atención se me desvía más a lo que me dicen las notas que a lo que se supone que dicen las letras. Qué se le va a hacer.
La cosa es que, desde el gobierno mejicano se encargó un himno del bicentenario al músico Alex Sintek (conocido es España entre otras cosas por su dúo con Ana Torroja), que finalmente presentó una controvertida composición titulada «El futuro es milenario» conocida también entre sus detractores como «Shalalalalá» que no sentó demasiado bien entre sus compatriotas, que tildaron al cántico en cuestión de ser «nomás una rola de Plaza Sésamo» (lo que aquí sería una cancioncilla de Espinete) llena de topicazos patrioteros y lugares comunes que no refleja en absoluto la compleja realidad del país. Vamos, que buena parte de los mejicanos le dedicaron al tema y al autor epítetos como «pendejada», «chinga tu madre», o «no mames güey».
A raíz de la tormenta de críticas, el autor llegó incluso a retirarse de la red social Twitter durante semanas y no faltaron mejicanos que opinaran que «mejor debió retirarse del país nomás». Lo cierto es que la letra no es de Alex Sintek, sino de un tal Jaime López. Cada cual que valore.
La verdad es que para un músico tiene que ser una faena difícil de lidiar eso de recrear y resumir en una composición el espíritu y los valores de su país. Tenemos ejemplos recientes en España, donde somos incapaces de ponerle letra al himno nacional y por eso nuestros deportistas se ven obligados a cantar el consabido «Chunda chunda ta chunda chunda chunda» que, por otra parte resulta de un aséptico y políticamente correcto que acojona (no faltan críticas, no obstante, de los defensores del «Nino nino nonino nino nino». Ni en esto nos ponemos de acuerdo ¡Joder!).
Lo interesante del tema, no obstante, fue la respuesta del periodista, locutor, escritor, y un sinfín de cosas más, Jorge Saldaña, que al oír el tema, según afirma él mismo, «mentó madres» y se puso a la tarea de escribir un himno alternativo titulado «Viva México, carajo», acogido con satisfacción por buena parte de los mejicanos, que se sintieron más representados por Saldaña que por el dúo Sintek-López.
Reproduzco aquí la letra, que salvando las distancias, bien podría ser aplicada por estos andurriales:
Mi canción no es de llanto ni es de guerra/
es un canto de amor a nuestra historia/
a los hombres que tengo en la memoria/
y que murieron por amar su tierra.
Que reciban los héroes la alabanza/
nos dieron libertad e independencia/
Ojalá que no perdamos la paciencia/
recobremos todos la esperanza.
Este México, nuestro es milenario/
Tiene la misma edad que sus volcanes/
Sus penas sus trabajos, sus afanes
no son un festival bicentenario (2)
El México que hoy añoro/
podrá regresar un día/
Se escuchen las melodías/
Que hablen de nuestros tesoros/
Y que por todos los coros/
Se oiga la música mía/
Mi tierra de alfarerías/
Que ha perdido su decoro.
Ninguna razón había/
Nomás de acordarme lloro (2)
Cuando me falta trabajo/
tengo que emigrar al norte/
Sin lana sin pasaporte/
Sabiendo que soy de abajo/
Por tradición no me rajo/
No le hace que me deporten/
Y que las alas me corten/
A veces echo relajo.
Mientras el pueblo soporte, ¡Viva México, carajo!
A mí desde luego, me mola más esta última. De todos modos, al igual que a Humphrey Bogart siempre le quedará París o que Sam se la toque de nuevo, a nosotros siempre nos quedará el chunda chunda y que a continuación nos los toque la SGAE en concepto de canon. ¡Tenemos dos por uno mis cuates!
Y si no, ya saben… ¡Shalalalalá y Ninoninonino… Carajo!