Hace años nos engañaron con el desodorante Axe, que no solo era en formato flis de apretar, que aquello venía lleno de parabenos, parabás, paratantos, CFC’s CDS, LP, PCE y todo tipo de sustancias que se cargaban la capa de ozono, sino que además no se te abalanzaban las gachises encima ni en una avalancha de esas de los sanfermines. Te caías con eso echao por la sobaca en la calle Estafeta y te pasaban en marabunta 20.000 personas, catorce concejales y la manada entera de Mihuras sin tocarte un pelo. Es que ni los ingleses que van mamaos corriendo en chanclas. No se te arrimaban ni los carteristas. Una engañifa que nos hizo saber lo que eran el engaño y la frustración de verdad.

Del tema de «el frotar se va a acabar», ni hablamos. Pa sacar un lamparón de grasona de bollo preñao en toda la pechera de una camisa blanca, la gente del vipesprés aseguraba que sumergías la camisa en un barreño de agua caliente un par de veces, salía un relojín en la pantalla, y aquello salía más limpio que el curriculum de Adriana Lastra (O PONGA AQUÍ EL NOMBRE DEL /LA POLÍTICO/A DE SU PREFERENCIA Y NO ME JODA EL CHISTE). Y no. Lo que omitía el probo publicista era que entre metida y metida había que tratar la zona de la mancha con una radial y jabón lagarto como si fuera gratis, y YA SI ESO, tras dejarse las muñecas en el empeño y tres cepillos de raíz después, podías hacer el gilipollas metiendo y sacando la camisa del barreño dos veces como quien asusta el pulpo antes de cocer. Otro timo más.

Del asunto de las abuelas equipadas con cepillos de raíz pa lijar la ropa gocha, hay que decir que el récord absoluto, registrado por un equipo de la universidad de Wirtzgäarten, está en posesión de una abuela de Blimea que alcanzó los 200.000 kilopascales por mimímetro cuadrado mientras afirmaba tajantamente «¡Ay Dios! Nun fago carrera de esti home. ¡Cosa más gocha comiendo bollu preñáu, nun la vi! ¡ATIENDE QUÉ FACHA CAMISA ME TRAE! ¿PAEZVOS NORMAL, HO?».

Las planchas: ese gran enigma. Me refiero a las planchas que se emplean para planchar la ropa o clavar puntas en la pared. Vamos a ver: eso, además de la ruedina de elegir de qué está hecho el trapo que vas a planchar (seda, algodón, lino, tejido de bolsa de alimerka reciclada…), tiene dos botones que CLARAMENTE los pusieron ahí pa vacilar. Uno es el de escupitajo de agua, y otro es el de pedete de vapor. En el anuncio, tras pulsar el botón de escupitajo de agua, salía una nube de bruma que hidrataba el tejido que aquello era orgásmico y muy guapo de ver. En la puta realidad, lo que sale es un lapazo que moja el tejido que estás planchando, y ya. O sea, que aprietas, suelta un japo acuoso y, de forma mágica, el tejido queda mojao. Y ya. Una puta maravilla de la técnica. Haz una ingeniería pa eso.

Respecto al botón del vapor, cuando lo pulsaban en el anuncio, salía una nube de vapor que dejaba los chorrazos de la locomotora del transiberiano a la altura del cagar. Aquello eliminaba todas las arrugas. NO QUEDABA NI UNA. Y sobraba vapor pa cocer un saco mejillones. Pero el publicista nos dejaba una pista clarísima: aun así, pasaban la plancha por encima de lo vaporizao. Que aquello era como fregar lo fregao: trabajar a lo fato ¿PERO NO HABÍAMOS QUEDAO QUE CON EL CHORRAZO DE VAPOR ESO QUEDABA MÁS PLANO QUE EL ENCEFALOGRAMA DE (PONGA AQUÍ EL NOMBRE DEL/LA POLÍTICO/A QUE TENGA LA CULPA DE TODO)?

¡Plano, los cojones! Le das al botón en cuestión y durante 100 milisegundos suena «ffff». Y eso es todo. No quita las arrugas una mierda, pero oye, hace «ffff» y tú TE IMAGINAS que ya no hay arrugas. Sublime.

Es todo una engañifa muy gorda. Ya solo faltaba que lo de la tormenta solar de esta semana no provocara el caos absoluto ni nada. Al final, ya verás como acaba siendo verdad que hay inflación muy tocha y sale más a cuenta echar al depósito una garrafa de Mc Callan de ese que viene en estuche de ciertopelo y la de mi madre, en vez de gasoil . Y eso sí que no ¿eh?

Qué decepción todo. Pero la camisa me la he planchao, eso sí.