A algunos nos pasa que cuando escuchamos/leemos las noticias, nos vienen imágenes a la cabeza para ilustrarlas y/o comprenderlas mejor a la par que para hacerlas más digeribles.
En mi caso, al hilo de la rabiosa actualidad, que dicho sea de paso no me extraña un pijo que esté más rabiosa que Irene Montero en un concierto de Bertín Osborne y José Manuel Soto con Abascal de telonero, me ha venido nítida la siguiente escena que paso a describir con pelos y señales:
12:56 de la mañana. Exterior de la Agencia de Viajes Josiño, ubicada en el mismo centro del emirato. Aparece la comitiva del jeque, que procede a aparcar los ochenta y siete vehículos en doble fila delante de la misma puerta. Llega la fila hasta la frontera del emirato de al lao.
Esto es por una cosa científica muy simple, que consiste en que son unos emiratos que, más que unidos están muy juntitos y tienen poca extensión.
Se baja el jeque, con su chilaba, su turbante, su mascarilla de titanio con incrustaciones de trufa y bogavante del Cantábrico, y todos los demás accesorios y complementos propios de su condición. Un agente de la policía local se acerca para afearle la actitud a la comitiva por aparcar en doble fila, mientras se apresta a sacar el bloc de poner multas, pero el jeque es más rápido y lo neutraliza enterrándolo en varios kilos de oro, fajos de billetes, FerreroRocheres y otros objetos de valor. A continuación, un inspector de hacienda del emirato investiga ipso facto al policía por no haber declarao la pila de oro y riquezas, pero como se ha muerto por enterración súbita en riqueza, empapela a la familia del difunto con un pufo que te cagas en concepto de Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Hay donaciones que las carga el diablo.
Interior de la Agencia de Viajes Josiño. Se ve al jeque entrar mientras suena un detector electrónico de apertura, de esos que son un palo colgando de un cordel que pega en unas campañillas y suena «clin, clin, clin,…». El jeque se acerca al mostrador y, tras dar dos golpes a mano abierta sobre el mismo con claro ánimo de apercibir a la persona encargada de su presencia, grita con un fortísimo acento gallego:
-¡A ver! ¡Me cagho no mundo! ¿Ande andas, Josiño? ¡Que teño a comitiva toda aparcada en doble fila y vou con prisa non me vayan cerrar el Pryca!
-Usté perdone, jefe. E que taba caghando no güaterclous. En esta casa, outra cosa non, pero caghamos donde es debido.
-Mira a ver lo que se debe ahí de los billetes de avión de Xuan Carliños ¡Caghon diola!
-Espere que vou mirar nos registros electrónicos y bases de datos. Que son unos cartones de Ducados, que lo tengo todo apuntao ahí. A ver… catro e dous seis e levo unha… Pues así a ojo de buen percebeiro, sube la cosa a oito millones y pico. Que ya son cartos…
-¡ME CAGHO NA CONA CARALLUDA CON VERRUGHAS! ¿OITO MILLONES? ¡SERÁN DE RUPIAS O DE ALGUNA CARALLADA DE ESAS QUE NON VALEN UNHA MERDA!
-Non. Oito millones de euros. ¡Bueno, ojo! ¡Outo y pico!
-HOME, NON ME JODAS ¿EH? ¡PERO CON ESE CARRAO DE CARTOS DABA PA COMPRAR O AVIÓN ENTEIRO CON EL RADIOCASETE Y TODO!
-Levas razón, Ahmed. Pa qué che vou dicir outra cosa. Con oito millones y pico daba pa’l avión, el seguro, el gasoil de echar a los aviones, la ITV hasta 2038, os gastos do taller, oito o nueve tripulaciones paritarias y todavía sobraban cartos. Pero hágase cargo de que era en primera clase, con sus Mirindas y cacagüeses y toda clase de lujos. A ver si va a pensar que Xuan Carliños se privaba de nada… ¡Home claaaaaro!
-¡Meeeeee caghon a rapousa e la cona que la botou! Anda, toma la tarjetiña y cobra ahí, zalapastrán.
-¿Facturiña va a querer?
-¡No enredes, Josiño! ¡A ver si vou tener que andache con a cara! ¡Parvo do carallo!
-Non se enfade usté, home. Yo lo decía por si luego lo desgravaba o algo ¿Tarjetiña de puntos, ten?
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Y con esto tenemos que vivir algunos sin que nos den una paga o un cargo, o algo.