Lo de creer que tal o cual polémica «ofende a Dios», es una cosa a la que le veo múltiples fallos de base. Por ejemplo, el hecho de que, según se desprende de tal afirmación, una deidad tenga una piel tan fina que se ofenda por las paridas que digan o hagan sus insignificantes y amadas criaturas en función de la pedrada personal y el cargamento de sesgos que arrastren.

Porque oigan, las que se ofenden muy fuerte y se enzarzan en guerritas absurdas tratando a su vez de ofender al otro son, precisamente, sus criaturas. ¿O es que no ven que un dios que se ofendiera por las chuminadas de parvulario ideológico de sus acólitos y no acólitos, sería una deidad un poco chufas?

Un poquito de respeto a sus dioses, oigan. Empezando por no proyectar sus miserias y pupitas en ellos. La ofensa pal que la trabaja. Para lo demás ya están los profesionales de la salud mental.

Sin ánimo de ofender.