Pues yo ya voy aflojando un poco con mis planes de dominar el mundo y eso, porque estoy viendo que es una movida muy tocha. Hay que pedir pila de permisos, lleva un papeleo del copón, hay que invertir en microchís y en cincogeses, que eso cuesta un pico y te se va la extra en ná.


Así que ya he bajao mis expectativas a cosas menos ambiciosas pero igualmente rebeldes, tales como abrir un restaurante de cocina vasca en Contrueces y llamarlo «La kokotxa», y a los dos meses otro restaurante vasco en Buenos Aires y llamarlo «La kokotxa tu maaaaadre». Con un busto de Franco a la puerta. Claro, pa que sea una franquicia de verdad. Sólo me falta contratar a Errejón de maitre pa explicarle la carta a los comensales y hacerles la picha un lío:
-Me permito sugerirles la hegemonía que se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Fresquísima de la rula de Avilés de esta misma mañana. Afirmación – apertura. De segundo tenemos pote berzas y de postre casadiellas rellenas de kokotxa. Son 300 euros. El IVA aparte ¿Eeeeh? ¡Ahí va la hostia!


-¡Gensanta, cómo se ha puesto la hegemonía de cara!


-Se conoce que no estamos en temporada, cari

Y si la cosa no se da bien, pues me calzo las Chirucas y me pongo con lo de dominar el inframundo. Que tampoco hay que ser ambiciosos de más. Y me da que debe ser bastante más molón y llevadero. Ya lo estoy viendo: todo el inframundo petao de franquicias con su busto de Franco. Batiatto. Prácticamente como el mundo, solo que más infra.


Pos yo lo veo…