Se llamaba Jacintobenavente Percival de los Dolores. Pero sus amigos le llamaban «Jacinperdol» porque sonaba como a medicamento para paliar los dolores de bazo. O de pien-na.

Sea como fuere, los colegas se partían el ojal llamándole «Jacinperdol». Y punto.

Por el contrario, su personal trainer consultant shopping assistant of footwearing, que era como él se refería al señor del mercadillo que le vendía el pack de 6 pares de calcetines a 3 leuros, le llamaba «Jacintobenavente» porque le venía muy bien para las rimas al darle las vueltas:

-¡Han sío 2 packses de calcetiiines, a 3 leuros el paaaaaackse… eso hacen un totaaaaal de 6 leuuuros, que por una docena de calcetiiiines es ná y meeeeenos! ¡El señol jacintobenaveeeeeente me da el billeeeete, lo miiiiro, y de las vueltas le doy catorce leeeeuros que con seis hacen veeeeeinte

Y como Jacintobenavente era gilipollas, pues se iba muy contento con su docena de calcetines, porque le habían llamado «señor» y porque aquella poesía de mercadillo le parecía sublime. Nadie en el mundo, excepto su personal trainer consultant shopping assistant of footwearing, le llamaba «señor». Si acaso, los que más se aproximaban eran sus amigos que, como queda dicho, le llamaban «Jacinperdol», que no tiene nada que ver, pero Jacintobenavente, además de ser gilipollas, se consolaba con cualquier

tontería.

Jacintobenavente no era mucho de poesía. Ni de prosa. Ni de libros. Ni de ná que fuera más allá del control de esfínteres justo pa pasar la tarde en el Alcampo sin llamar la atención ni dejar rastro por el suelo. Para él, Garcilaso de la Verga, Calderón de la Lancha, Antonio Machaco y toda esa banda, eran unos parguelas y unos sarasones que no decían ná que se entendiera. Nada que ver con DJ Paquirrín, Paco Porras, Álvaro Ojeda y otros de sus artistas favoritos, que a esos se les entendía tó. Aunque ninguno de ellos llegaban al nivel de Artemio Heredia, su idolatrado personal trainer consultant shopping assistant of footwearing que a la par que le vendía calcetines a pares, rimaba los impares dejando sueltos los pares. Excepto los jueves, que no había mercadillo y Artemio no rimaba los impares y mucho menos los pares, que al igual que el resto de los días de la semana, se le escapaban todos por haberlos dejado sueltos. A quién se le ocurre…

A pesar de que firmaba con el pulgar y se hacía la picha un lío con las instrucciones de las pipas Churruca, Jacintobenavente Percival de los Dolores se jactaba de ser extremadamente inteligente, además de un inventor y un científico del copón.

Como aquella vez que mientras hacía de vientre había tenido una revelación y había inventado el automóvil 100% vegetal y ecológico, que sólo hacía falta regarlo con un poco de agua: el Ford Ficus. Aún le dolía la hostia que le había dado el director general de la Seat cuando se había presentado en su despacho subido en una maceta con ruedas para mostrarle la idea.

O como en aquella épica lucha que había mantenido con el mayor gigante de la industria alimentaria de todos los tiempos. Sin miedo al qué dirán, Jacintobenavente había difundido en redes sociales la terrible conspiración que había descubierto él solo, sin ayuda de nadie a Dios gracias, mientras hacía de vientre leyendo la etiqueta de un yogur con bífidus. Jacintobenavente comprendió que aquel yogur que tanto le ayudaba con el asunto de hacer de vientre encerraba una terrible verdad: ¡EN AQUEL VASO TAN PEQUEÑO NO PODÍAN CABER NI DE COÑA TANTOS BÍFIDUS! ¡JAJAJAJAJAJA!

Que Jacintobenavente no tenía ni idea de lo que eran los bifidus ni mucho menos de su tamaño, Pero ¡ALLÍ NO PODÍAN CABER TANTOS BIFIDUS NI DE PALO! A lo mojó, si fuera un bidón de yogur de 2000 millones de litros, lo mismo sí cabrían unos cuantos bifidus. Pero en aquella mierda de envase, no. Por un momento pensó que a lo mejor podría caber un solo bifidus, pero incluso en ese caso, el pérfido Hacendado estaría mintiendo porque entonces tendría que poner «Yogur con BIFIDU» ¡CON UNO NÁ MÁS! ¡JAJAJAJAJAJAJA! ¡HACENDADO, LA HAS CAGUEDO! ¡TE HE PILLAO, BACALADE! ¡JAJAJAJAJAGAGAGAGA!

El siguiente paso, como es lógico, fue acosar por feisbur y en la puerta de su casa a José Coronado por publicitar yogur del Hacendado pa cagar que no contenía ni un solo bifidu. Aún le dolía la hostia que le había dado José Coronado y la orden de alejamiento por gilipollas que le había dado el juez, previo sopapo de medio lao, por imbécil. Tras realizar exhaustivas investigaciones viendo videos de Youtube, había resultado que José Coronado anunciaba OTRO yogur pa cagar diferente.

Pero Jacintobenavente, inasequible al desaliento y al raciocinio, prosiguió con su campaña de denuncia contra el poderoso Hacendado y sus falsos yogures que no contenían ni un puto bifidu, pero que, por el contrario, estaba claro que contenían mazo de microchís pa controlar el mundo, y el portón del garaje de José Coronado. ¡JAJAJAJAJAJA! ¡LO HABÍA DESCUBIERTO ÉL SOLO SIN AYUDA DE NADIE! ¡JAJAJAJAJAJA! ¡HACENDADO, LA HAS COGIDO! ¡TE HE PILLAO, LINCE IBÉRICO !

-Jacinperdol, qué mal rimas ¡Gilipollas! ¡JAJAJAJAJAJA! -Los amigos de Jacintobenavente, siempre a la que salta, eran un poco cabrones.

Jacintobenavente falleció electrocutado trágicamente tras chupar un cable pelao en una de sus giras mundiales, al intentar demostrar que por aquella línea de alta tensión no podían pasar 10.000 voltios. Si acaso, dos voltios o tres como mucho. Pero más no, porque no caben. Eso caía de cajón y era de primero de chupar cables pelaos, pero algo salió mal y Jacintobenavente amochó con gran aparato eléctrico. Sin duda, el Hacendado había de estar detrás de aquello…

Pero aún queda la esperanza de que, al fin, se pueda desvelar la terrible conspiración del Hacendado y sus falsos yogures sin un triste bifidu pero petaos de microchís para controlar el mundo ¡JAJAJAJAJA!

Bueno, el mundo y el portón del garaje de José Coronado que, según dicen, va como un reloj. El portón no. José Coronado.

FIN