Esta es una semana muy buena, porque están pasando cosas de mucha enjundia. De mano, a mi admirada amigui virtual Rebeca Argudo, que es de las personas más molonas que he tenido el placer de leer, le han censurao su columna en un conocido medio nacional. Claro, hablaba del tobogán protomonguer ese que pusieron en Estepona para que la ciudadanía pudiera salvar un importante desnivel orográfico en un pispás.
Era una idea muy buena, porque las señoras enseñaban las bragas naranjas al bajar como un puto obús. Se desconoce si con otros colores de braga también se producía este curioso efecto.
Los ingenieros e ingenieras de toboganes desaconsejaron ya desde un principio usar el invento con tanga, ante las terribles abrasiones de culo que se observaron durante las pruebas de culabilidad del tobogán, resultando que el 100% de las voluntarias y voluntarios se despellejaban el bullate por un simplísimo principio físico de cosas de coeficientes de rozamiento y no sé qué más mierdas científicas de esas. La ciencia, siempre jodiendo la diversión.
El artilugio en cuestión tenía también la virtud de funcionar como un eficaz medio de selección natural, y al quinto ciudadano que se escamochó el lomo tras bajar a velocidad vertiginosa, reduciendo súbitamente la misma de 180 a 0 en media milésima de segundo, pues ya se plantearon que lo mismo la idea tenía sus lagunas.
Total, que como a la alcaldía no le venía bien el artículo en cuestión, pues le han censurao las ideas a la Rebeca cosa que me parece aún peor que la clausura del esbarizaculos.
Yo al que prometa un esbarizaculos de estos en Oviedo, pongamos desde el Naranco hasta la calle Uría, frente al Simago, le doy mi voto, pero vamos, a pijo sacao.
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