Hay que centrarse un poco. Sin ser una cosa loca, pero al menos un poco. Lo pondré en inclusivo para no zaherir sensibilidades.

Haerfavó, hombre: si eres un/a/e señor/a/e de cierta edad (de cualquiera en realidad, pero si es de «cierta» en adelante, con más razón todavía), que se pone filtros con melena dorada como la bola del pasamanos de Buckingham Palace, a medio filtro más de ser transparente, que eso da más grima que rascar una pizarra con un tenedor, y esto lo combinas con una camiseta tres tallas pequeña con corazones y dibujos que brillan, debes saber que pareces Rosendo venido a menos yendo a comprar drojas con una mano, y churros con la otra. O sea, no. En serio: NO MOLAS UN PIJO. NOTHING. RES DE RES. Rosendo como mola, es a pelo. Sin filtros ni cartón. Así, sí. Menos es más. Porque como dijo el maestro zen Brahmaharastrah Hostiahputrah:

«En la simplicidad se halla la sutil diferencia entre Rosendo y Mamarrachendo. ¡Poj claro!»

Al hilo de las camisetas tres tallas pequeñas que marcan la anatomía de la persona mucho más allá de lo deseable, es interesante señalar que si la camiseta es, por ejemplo, de los Beatles o de cualquier otro grupo, automáticamente la camiseta pasa a ser un homenaje al grupo en cuestión, y además a otro afamado grupo flamenco. Lo que viene siendo la camiseta de marcar Los Chichos, vaya.

Tú piensa en qué tipo de seres van a contactar contigo diciéndote cosas lascivas totalmente prendados ante semejante visión: ¿ya? Pues ahí lo tienes. No te conviene na de na. ¡No! ¡Baix!

Ya imaginamos que, por alguna razón que solo Höðr y algún otro dios invidente conoce, te ves más favorecido/a/e que Audrey Hepburn en la foto esa del recogido que está la zagala de toma pan de hogaza y moja. Pero la cruda realidad es que lo tuyo es más del rollo la gallina Caponata vestida de frac posando espatarrada en la entrada de un taller metalúrgico de Kinshasa. A ver, por el amor de Höðr, ¡que ese look no lo aprueba ni Josie tras amorrarse a un botijo de cazalla! ¡No, home no!

En serio: desde la Federación de Personas de Cierta Edad con Barriga y Cuatro Pelos, queremos pediros decoro y respeto por los derechos de las demás personas humanas. No os dais cuenta del drama, pero si publicáis esas cosas con una privacidad que vaya más allá de «esto solo lo puedo ver yo y nadie más», luego va Facebook y, por lo que sea, decide que es apto para ser visualizado por otros seres sin menoscabo para su integridad física, mental, espiritual y diodenal, Y NOS LO ENSEÑA DE BUENA MAÑANA. Luego el algoritmo se escandaliza porque sale la sombra de un pezón, QUE ESO SÍ QUE MOLA. Lo cual me lleva a pensar que el algoritmo también se hace fotos con filtro de melena rubia, de esos que pareces Rosendo con chándal de Tactel y camiseta de Los Chichos acudiendo a la expendeduría de drojas y churros. He de reconocer que al final de ese tipo de publicaciones, Facebook me pregunta: «¿deseas ver más publicaciones como esta?». Y, naturalmente, digo que sí. El morbo me puede, primos.

Resumiendo: se nos va de las manos el asunto de los filtros, y así no hay quien se quite de las drojas y los churros.