El que inventó el lunes después de vacaciones era mala persona, pero mala de no bajar la tapa y dejar el tetrabrick de vino del bueno vacío en la nevera. Al que inventó el despertador sólo le deseo que le abandone el desodorante pa siempre y le huela el aliento a pie gran reserva y machihembre menos que Pocoyó. Pero sin acritud. Por lo demás, los pajaritos cantan desafinao, y el señor de la máquina de cortar pedruscos que empieza a las ocho y marcha a tomar el café a y media, alegran la mañana muchísimo.

Pero el trabajo dignifica, que lo noto yo así por la chepa.