Hoy toca que se ofendan los propietarios de iPhone, los seguidores de Paquirrín y los jubilaos de rotonda:
Diseñar un transbordador espacial, transplantes de cerebro, Paquirrín en un museo que no sea el Museo del Jamón, circular por una rotonda… Todas ellas son cosas difíciles que se defeca la perra y la dificultad no va necesariamente por ese orden. Hoy toca navegar por el proceloso mar de las glorietas y rotondas. Que sí, que es verdad que lo de Paquirrín es un tema más preocupante, pero lo mismo tiene solución con lo del transplante. O diseñando un transbordador espacial de los chinos sólo de ida. O igual no, porque lo mismo vuelve. Lo de los chinos ya se sabe…
El tema rotondas es un misterio mú grande para la humanidad. Igualito que lo de Paquirrín, por otra parte. Pero vayamos al grano: una rotonda es, como su propia rotonda indica, esencialmente una cosa redonda cuya naturaleza casi nadie alcanza a comprender, y ello de nuevo apunta hacia Paquirrín de forma escandalosa. ¡Porca miseria!
Tú vas ahí comiéndote la ciudad en tu vehículo con GPS, ABS, Aparcatronic, Turbocompresor con alas, Radio AM/FM y Detector de Pérdidas de Orina (claro, se conoce que de ahí las alas del turbocompresor…). Dominas la calzada con determinación y autoridad. Si yes de Xixón, también dominas Pumarín y los otros barrios con determinación y autoridad. Vaya, que yes el acabose. Yes la bomba. Yes la fostia en verso. Yes… yes…Oh, Yes!!!…
Hasta que divisas en lontananza la mieeeeeeerda de la rotonda, que entonces ya ni Oh yes! ni ves ni entiendes. Si llevas acompañante y sabe conducir, se te va a agarrar al salpicadero con un acojone nivel lo más plus, que le vas a tener que desempotrar los dedos con palanca. Porque como sabe conducir, tiene la certeza absoluta de que vas a hacer la rotonda como todo el mundo: MAAAAAAAAL. Que si eso llega a ser un examen en lugar de una rotonda, te daban dos collejas y te echaban del colegio a patadas. Por mongorolo. Pero si no llevas a nadie en el coche, o sí, pero no sabe conducir, entonces no te tienes que preocupar porque vas a hacer la rotonda como el culo igualmente pero no se va a enterar casi nadie. Si acaso se enterará el repartidor de Telepizza que casi arrollas y que por otra parte, al igual que tú también habrá hecho la rotonda como el culo. Y como mucho cuatro o cinco jubilados de los que ocupan su tiempo insultando a los que hacen mal las rotondas:
-¡Tonto’l culoooooo! ¡Payasooo!
-Dios, nun tienen ni idea de andar peles glorietes! ¡TOOOOOOOONTOOOOO! Homenomejodasmira p’ahí!
-Oye, ¿Insultásteis ya al del Clio rojo?
-A ver… No, a esi no. ¡Da-y caña ahí, Toñín!
-¡¡MONGOLÓOOOON!! ¡Tanta glorieta lleves como paz dejas! ¡¡¡Meeeecagüeeeeen…!!!
Que mira que TODOS tus amigos del Feisbuk compartieron mil millones de veces el vídeo de la Policía Local de Alpedrete o de por esa zona, en el que se explica con claridad cómo se tiene que hacer una glorieta y tú sigues igual que un cepelín y tas de hacer rotondas como Paquirrín de solfeo.
Pero como los fabricantes de rotondas, al igual que los de móviles, vieron que casi nadie sabía usar correctamente su producto, pues se inventaron lo que vendría siendo la rotonda fácil de usar. La rotonda definitiva. El iPhone de las rotondas. La rotonda pa’ Paquirrines, vamos.
Y van los payos y diseñan el horror de los horrores: LA TURBOGLORIETA Y LA MADRE QUE LA TRUJO
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Una turboglorieta, al contrario que el turbocompresor con alas, no tiene alas. Pero lo que sí tiene es glorieta. Y además turbo, la muy híaputa, como queriendo acojonar ya de mano. Se trata de una rotonda en la que por medio de un ingenioso sistema de rayas pintadas en el suelo se te conduce como el ganao y se te dice con total y absoluta claridad por dónde mierdas tienes que ir, sí o sí. Exitoso método inspirado en el Ikea, aunque los fabricantes de turboglorietas jamás lo reconocerán.
Pero del mismo modo que hay gente que entra en Ikea pero se hace la picha un lío y acaba saliendo del Simago, hay gente que entra en una turboglorieta QUE MIRA QUE ESTÁ LA COSA CLARA, y monta unos pifostios que el equipo de jubilaos insultadores, del mismo estrés y congoja, acaba pasándose al sector obras y zanjas.
Hay gente que no se aclara con la salida de la turboglorieta y entra en un bucle que te cagas, que cuando sale ya lleva tres iteuves de retraso. Y siempre habrá ese ciudadano que le proteste a la patrulla de la policía local que le está levantando atestado por haber sodomizado apasionadamente con su cuatro por cuatro dieciséis y me llevo una, a un Wolkswagen Polo que pasaba por allí a lo suyo, haciendo la turboglorieta decentemente:
-¡Es una vergüenza, señor agente! Tenían que hacer un croquis para hacer bien las turboglorietas, porque yo pago mis impuestos y…
-¡QUE LA TURBOGLORIETA YA VIENE CON CROQUIS DE SERIE, CABALLERO! ¡¡¡¡QUE ESTÁ PINTAO EN EL SUELO YA DIRECTAMENTE SIN ANESTESIA NI NADA!!!
Así que, amiguita o amiguito del Feisbuk, la próxima vez que pienses con desesperación que nadie en el mundo te comprende respira hondo y piensa en las glorietas, que esas probes sí que son incomprensibles. Como Paquirrín…