Hoy he visto un vídeo realmente inquietante. La situación es una persona adulta con un moñeco de esos hiperrealistas, que ya de por sí tienden a dar más grima que rascar la pizarra con un tenedor o meterse un cacho alambre de espino debajo del párpado.

La persona y el moñeco están en un parque infantil. El típico que hay en las ciudades pensado para infantes humanos con bioquímica basada en el carbono, y esas cosas habituales.

La persona adulta está subiendo el moñeco a las diferentes atracciones y diciéndole cosas como «¡Ay, que te como!» o «la encanta que la columpie. Se parte de la risa «.

Ni que decir tiene que el moñeco permanece, impasible el ademán, ajeno a la escabrosa escena. Gracias a Dios, porque si abre la boca me dan infartos hasta en el escroto.

Luego ya, la referida humana adulta afirma que el moñeco le está pidiendo ir al tobogán. En ese punto siento que me se ponen los pelos de la chepa como escarpias y la carne de gallina. Pero de gallina acojonadísima. No hay imágenes que demuestren que el moñeco haya hecho declaración alguna. Por tanto, una de dos: o la adulta está padeciendo un brote psicótico de 9 en la escala Richter o está sintonizando Radio Frenopática así a pelo. Sin transistor ni nada.

Acto seguido, procede a deslizar el moñeco por el tobogán, pero poniendo mucho cuidado en que el mismo no se golpee la cabecita. Imagino que para evitar erosiones en la silicona cabelluda o fracturas de polipropileno. O la hostia. A saber. Yo no entiendo. Bueno, ¡qué coño! No LO entiendo. Directamente. Si Freud levantara la cabeza, encargaba una puerta blindada pal nicho y no salía más.

En ese momento me viene la imagen del payo de psicosis tirando la momia de su madre pol tobogán mientras dice «¡Ay, que me la como!» y ”Mama, ten cuidao no te vayas a quedar clavá en el charquete de barro ese que hay al final, que a ver cómo se lo explico a los municipales».

Y por eso es un sábado muy bueno, y en cuanto que nos invada el primer comando de Teletubbies radicalizados, occidente dura dos telediarios.

Buenos días.