Este año ha sido muy completito y han pasao muchas cosas. Yo no os había pedido casi ninguna de ellas, pero como siempre me traéis lo que os sale del forro del epicóndilo, no me quejo. Me está bien empleao por pedir «sorpresas». En el futuro trataré de ser más específico, no vaya a ser que lo mejoréis y me traigáis una cesta de productos sostenibles, saludables y no sé cuántos coñazos más.
La magnitud del asunto empezó porque entró a saco en el Capitolio de Guachintón un señor mermadito vestido de mamarracher, con sus cuernos de bisonte, o de no sé que movida, acompañado de sus amiguitos mermers para exigir alguna mierda que ahora mismo no recuerdo bien. Ahí reconozco que la sorpresa fue muy currada. El año prometía muchísimo. En España habríamos nombrao ministro al payo. O al menos le habríamos dedicao una calle o una rotonda entre vítores, loores y pinchos de mortadela.
Hizo frejco en enero, y nevó. Bautizaron al evento como «Filomena» pudiendo llamarlo, verbigracia, «Patsy MacFoller». Que hay que tenerlos gordos pa desperdiciar una ocasión tan buena. Confiadme a mí el naming de los fenómenos meteorológicos, señoros del tiempo. Barato, paisa.
No hemos sabido por qué Trump es de color naranja, aunque tengo la teoría de que es porque del mismo modo que Cleopatra se bañaba en las pelis con leche de burra, cosa repulsiva en extremo, Donald se baña en una piscina llena de zumo de Cheetos. Cosa que me parece el colmo de tirar las perras como si fueran gravilla. Un lujo asiático que jamás podré permitirme para poder ser naranja.
Me enteré de que existía lo del poliamor. ¿Por qué nadie me informa de esas cosas a tiempo? ¡Ah, no, calla! Que ya está mi señora diciéndome por qué. Sí cari.
Se ha puesto la luz a precio de caviar. No como antes, que era una vergüenza, pero ahora ya no lo es porque es por culpa de la coyuntura internacional, de las manchas solares y de Mari Trini.
Antes no molábamos, pero ahora sí, porque ponemos la lavadora a las 3 de la mañana.
Cuesta más traer un contenedor de China que mandar a los Gipsy Kings de gira por Urano. Están locos estos romanos.
Me he vacunao. Tres veces. Las mismas que se me ha jodío el coche.
No me he pillao el COVID. Creo.
Hay gente que tras dos años de esta matraca sigue escribiendo «COVIT», «COBIP», «COVI», y «COBI». Cosa que explica a su vez muchas otras cosas.
Las redes sociales han ardido, que eso es inexplicable que siga existiendo de tanto queme. Lo de Filomena debería haber quedao resuelto con tantos ardores. Conclusión: las redes sociales son de amianto y Duralex. Y calientan poco.
Pablo Iglesias se ha cortao la coleta, y no ha tenido la deferencia de regalarme los sobrantes. Reparto de la riqueza, los cojones.
Rajoy ha sacao libro. Y yo también. Esto último sí que os lo había pedido, pillines. Yo por si acaso, visto lo visto, pido la moto nueva a ver si cuela.
Algo ha pasao en el mundo del júrgol y el deporte, pero como me aburro sólo de decirlo, no tengo ni idea de qué. ¡Gracias un año más!
Sigo sin comprender por qué los locutores deportivos no fallecen de un infarto en cada retransmisión. Deben tener una salud cardiovascular acojonante. Conclusión: hay que comer brócoli y ser locutor deportivo. Pero eso regaládselo a otro, por favor. No me seáis cabrones, que bastante tengo con lo mío.
Volcán en La Palma. Home, no me jodas.
Simón dijo algo de que como mucho serían dos o tres erupciones.
Los de Matutano no han sacao las Ruffles sabor tubo escape y bola de pasamanos. Siguen pasando de todas mis sugerencias como de la mierda. ¡Insensibles! ¡Fascistas!
Así que este año, salud, pasta, moto nueva, patatas fritas, croquetas y poliamor. No. Que dice mi señora que sin poli. Se conoce que se ha vuelto comunista o algo. Sí cari.
Y recordad, amiguis: si empezáis a engullir uvas cuando suenan los cuartos, sus quedáis con cara de gilipoller cuando os sobran campanadas a la vez que os faltan uvas, cosa muy desagradable porque quedas como Cagancho en Almagro delante de la familia. Cosa poco novedosa, por otra parte.
¡Qué cosa, oigan!