-Doctor Fernández, creo que nuestro hijo necesita ayuda. Esto no puede seguir así…

-¡Papá, tú no lo entiendes!

-Bueno, bueno. Tranquilos los dos. Emilio, Manuel: deben ustedes saber que estamos en esta sesión de psicoterapia para tomar perspectiva y abordar el asunto desde la comprensión, el diálogo, el respeto y las coles de Bruselas.

-¡Las coles de Bruselas saben a butano, papa!

-¡Cállate Emilio!

– Su hijo tiene toda la razón, Manuel. Eso es como chupar la goma del butano por dentro.

-Bueno, centrémonos en el asunto. Es que esto no es normal, doctor. ¡No se puede hacer algo así en mitad de un velatorio!

-¡Tenía que hacerlo! ¡No puedes cortar mis alas! ¡Soy un artista y un espíritu libre!

-A ver Emilio: tienes 45 años, eres catedrático, una persona seria y con una reputación que mantener… ¡Era el velatorio de tu abuela Carmen!

-¡Era mi momento! ¡Hice lo que tenía que hacer y no me arrepiento de nada!

-¡Dios! ¡En el tanatorio con toda la familia y amigos delante, y tu abuela de cuerpo presente!

-¡Jamás olvidaré el momento en que se abrió el telón y le regalé a mi público la más excelsa de las interpretaciones!

-¡Emilio, por Dios! ¡Que no era un telón! ¡Eran las cortinas del refrigerador en el que estaba tu abuela! ¡Y estabas borracho!

-Ebrio de talento dije mi frase y se produjo aquel momento de gloria irrepetible: “¿Yo? ¡En lo más íntimo quiero Chilly!”

-¡Bravo! ¡Bravísimo! ¡Otra! ¡Otra!

-¡Doctor Fernández! ¡No se ponga de su parte…

-¡Cállese estúpido! ¡Su hijo Emilio es un alma sublime!

-¡El secreto está en la masa! ¿A qué huelen las nubes? ¿Eh? ¿A qué?

-¡Bravo Emilio! ¡Magistral! ¡Vaya crack!

-Bueno, pues muchas gracias doctor. Nos ha ayudado mucho a mi hijo y a mí.

-De nada, son 1.500 euros

-¿Un poco caro no?

-¡Más caras salen las coles de Bruselas, que saben a butano!
-¡Ah, pues eso sí….!
…………

-¡Emilio, cariño! ¡Despierta! ¡Estabas teniendo una pesadilla!
-¿Eh? ¡Ah!, Sí, sí, ¡Estoy bien, estoy bien! Voy a la ducha…

(abre la cortina del baño)

-¡Hola Emilio! ¡Soy tu menstruación!

-¡Noooooooooooooo!

….

-¡Doctor Fernández! ¡Despierte! Se ha quedado dormido sobre su mesa. Tiene usted esperando a Emilio y a su padre para la sesión de terapia

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO!

…..

-¡Manolo, cariño! ¡Despierta! ¡Sólo era una pesadilla!

-Dime la verdad: ¿Tenemos un hijo que se llama Emilio?

-¡No!

-Menos mal que siempre me quedarán las coles de Bruselas…

Y Manolo se fue arrastrando los pies hacia la ducha y suspiró recordando que a las diez tenía otra sesión de psicoterapia con el Doctor Fernández. Y esbozó media sonrisa desganada comprendiendo que jamás superaría su gravísima Enfermedad de los Sueños Anidados…