En su día, Albert Einstein se curró el asunto de la Teoría de la Relatividad, que el que diga que la entiende del tó, o miente, o es Einstein. Pero así en esencia, el asunto es que todo es relativo, y no sé qué movidas de la energía, el cuadrado de la masa, el moño la Bernarda, y la trompa de Falopio. o algo. No preguntéis, que no lo vais a entender. Son cosas de mayores. Como el Corega, los bragueros y las polainas.

Pero así en esencia, se puede explicar usando como ejemplo los sobrantes de Navidad. Me explico:

Día 16 de diciembre: todo es luz y color. Los décimos, y las mil participaciones del Júrgol Clús Brañachunga, del Coro Parroquial de Santa Eduviges, y de la Asociación de Amigos del Phoskyto Relleno de Uranio, aún no son papeles de mierda sin valor alguno. hay alguna esperanza de recuperar algo en forma de «LOJUGAO». Que es el último reducto del pobre.

Día 22 de diciembre por la noche: este año, tampoco. Lo único que te ha tocao es «LOGASTAO». Dos de las papeletas que llevabas coinciden totalmente con el primer y segundo premio. Pero del sorteo de 1959. ¡AYYYYYY! ¡POR QUÉ POCO! Al menos tienes la cesta que te han dao en la empresa. El surtido de polvorones consiste en dos variedades: coco y roscos de vino, pero bueno. Al menos la lata de piña viene con su almíbar y todo. Eres un puto jeque.

Día 25: te has jalao tó lo güeno. No vas a cenar. Pero a las 22.00 horas empiezas a ponerle ojillos a un polvorón de coco. ¡Bah, pasando! ¡No estás tan desesperao! Te haces un bocata de langostinos que han sobrao. Con Ketchup. De postre, las opciones son peladillas, piñones, uvas pasas, y polvorón de coco. Te comes tres. Tres peladillas. Pero luego caen seis polvorones de coco. No tienes vergüenza ninguna. No puedes caer más bajo:

Día 28: sí que puedes caer más bajo: cenas un bocata de roscos de vino. Con ketchup. Descubres un mundo nuevo de sabores y texturas. Te crees una mezcla de Dabiz Muñoz y Ferrán Adriá, pero no pasas de ser una mezcla de roscos de vino y ketchup entre dos cachos de pan rancio.

Día 31: has comprao otra vez turrones de persona humana, y mazapanes, y de tó. Te vienes arriba, y miras con asco los polvorones de coco y los roscos de vino a la vez que te preguntas cuántos venían en esa puta caja. Aquí vas pillando el rollo de la relatividad: caja de bombones fetén de medio kilo = cuatro bombones. Eso se evapora como un frasco de éter mal tapao. Caja de medio kilo de roscos de vino y polvorones de coco = mil millones. De cada uno. Jesucristo lo que multiplicó fueron los polvorones de coco y los roscos de vino. ¡No te jode! Con tres cuartos de kilo das de comer a todo el concejo de Judea y te queda pa mandarles las sobras a los Fariseos ¡Que rasquen!

Día 3 de enero: los roscos de vino, si los mojas en champín calentorro, no están del todo mal. Todo es relativo.

Día 5 de enero: has ido a comprar turrones, mazapanes, y de tó lo bueno que le gusta a la persona humana. No queda nada. Han arrasao con todo. Compras de lo poco que queda: por ejemplo, turrón de imitación chocolate. Es ecológico porque lo hacen con cartón reciclao y restos de Titanlux del 8 (Color gamuza). También unas frutas escarchadas rellenas de frutas escarchadas sintéticas hechas con cartón reciclao. De comercio justo. Porque es justo lo quedaba en el comercio. Y una bolsa de peladillas y piñones. Este año, los del supermercao habían traído 6 bolsitas. Te llevas las cinco que quedaban. Completas el cóctel mortal con turrón de piedra arenisca, de arroz con leche sin azúcar, y con un bloque de gluten, que por desgracia resulta ser gluten desgluteinizado sin gluten. En realidad es una caja de cartón, sin más. Es del mismo fabricante que el turrón de imitación chocolate. Vas a comprar el roscón. Había 45 variedades: con nata, con crema, con cremanata, con crema factor 50, de turrón, de trufa, de poliéster, de Pladur, de Pladur y trufa… Pero han arrasao con todos. Se conoce que ha pasao el mismo comando operativo que arrasó con el papel tualé cuando el confinamiento. Grasiadió, queda un roscón en el fondo del refrigerador: es roscón relleno de polvorones de coco y roscos de vino. Naturalmente, lo compras.

Día 8: nada de lo que ha sobrao de Navidad tiene aspecto de ser compatible con la vida de la persona humana. Juras por Tutatis que lo vas a donar todo a alguna asociación que odies. Este año, seguramente será a la Asociación de Señoras que Andan con Tacones Por su Puta Casa a las Tres de la Mañana.

Pero sabes que eres débil, y no puedes caer ya más bajo: el roscón de roscos de vino y polvorones de coco, si lo mojas en Nesquick tiene un pase. Sí podías caer más bajo: a las tres de la mañana te levantas a devorar las bolitas de anís del revoltijo. Todo es relativo. Concretamente, relativo a la basura que tengas en la despensa y a lo degenerao que seas. Con lo que sobra, ya te harás unas croquetas.

Día 9: las croquetas te las haces con el gluten desgluteinizado sin gluten, que se te había quedao al fondo del armario. Es sorprendente lo aceptables que están las croquetas de cartón. Todo es relativo.

Espero que la Teoría de la Relatividad haya quedao bien clarita de una vez. Contento me tenéis…