En este día tan señalado, me levanto leyendo una poesía mierder, pero mierder de las que sí que dan susto al pánico, y no como tu vestido de vampira sepsi/secsi seis tallas pequeño. Que también da miedo, pero al menos es un desafío a las leyes de la física.

A lo que iba: eso lo lee la policía de la moral poética y manda cuatro furgones de GEOS del verso a sacar arrastrando por los pelos -muy merecidamente- al ente hijo de mil brócolis que lo perpetró. No hay lanzallamas bastantes para hacer una crítica literaria ajustada a semejante derroche en verso.

Una poesía de esas que te hace seguir leyendo porque dices: «ya es imposible que pueda soltar un ripio más penoso o una sinsorgada más estúpider». Pero lo hace. Y entonces dices tú: «esto tiene que ser de coña». Pero no sólo no es de coña, sino que además deja a las claras que lo suyo es pura genialidad y talento.

En serio: ¿Qué te pasa? ¿Es un efecto secundario de los estupefacientes que te metes con la máquina de embutir butifarra? ¿Te has pinchao una sobredosis de porros caducaos? ¿Te controlan el cerebro con un 5G de los chinos? ¿Te caíste en la marmita de la poción imbécil cuando ibas a la egebé y entavía te dura el subidón? ¿PERO A TI QUÉ COJONES TE PASA? ¡¡¡QUE TE PARES YA!!!

Hablamos de un nivel más o menos así (intentaré aproximarme tratando de no herir mucho la sensibilidad de las personas y los cactus borriqueros):

Me pica la tarabica

Porque estuve hueliendo perica.

Me ha tocao una cornamusa

En el bote de la mayonesa Musa.

No es Musa ni poca.

Cara foca.

Soy la hostia en pepitoria.

Por eso voy a Fitoria.

Que allí no me conocen.

A ver si hay suerte y no me persiguen los lugareños.

Y me dan hasta en el páncreas pa que tenga.

Barreños.

Cotolenga.

Jo, soy mejor rimando que el Baudelaire

ese de los cojones.

Marcho a que me dé un poco el aire,

Indiana Jones

Estos porros no pegan un pijo.

Botijo.

Mi opinión al terminar de leer la magna obra:

«Pe… pero qué cojones… ¿ca pachao? ¡Que venga Chusnorris! ¡Ay, mi pericardio! ¡Socorroooooo!»