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¡Oh, dioses, asistidme en este momento de belleza sublime! Abro mi ventana de par en par para que el fresco de la mañana inunde mi alcoba llevándose los fantasmas que los sueños dejan a su libérrimo albedrío flotando en el casi vacuo sustento del aire – el olor a choto de toda la vida, que pa eso mayormente se ventila-, y ¿Cuál es la primera cosa que acaricia mis oídos? ¿Acaso son legiones de Serafines que con el bálsamo sonoro de sus arpas acarician el alma toda? ¿Acaso son legiones de Muyahidines que con el bálsamo sonoro de sus explosivos hacen cosas? ¿Acaso son legiones de custodios que con amor vigilan y pastorean desde los balcones morales ajenas prestos al noble arte de la delación ante la deliciosa mano de la autoridad infinita?¡No! Son las alegres voces de los infantes e infantas llenando las calles y plazuelas con sus juegos, cuchufletas y fanfarrias lo que mis oídos inundan ¡Jamás tanta dicha pensé atesorar en los depósitos de guardar la dicha! ¡Verás cuando me llegue el recibo de la dicha! Voy a flipar…Escribiré entonces un hermoso poema para mayor gloria del efímero momento que ha de ser salvaguardado ¡Qué cojones!:
¡Oh, los niños!
¡Cuantos cariños!
¡Oh, las niñas!
¡Cuántas cariñas!
La pelota, bota, bota
por el suelo
¡Qué consuelo!
Como jabalí que hoza la hierba
el balón se reboza de cacota
¡Para casa se irá toda la mierda!
¡Y corro, y canto, y salto y giro!
Y me se pega to’l coronaviro
en el jeto y en las gambas
en la derecha y en la izquierda
me se pega el cabrón en ambas
¡Pos menuda mierda!
¡Y hacen piruetas!
¡Y hacen el pino!
Ma cuando arrivo a casa
mi meresco un premio
¿Un Nescafé Capuccino?
¡No! ¡Puto pandemio!
¡Más quisiera!
Y le hago al espejo un guiño
pues he de coger la manguera
para desinfectar al niño
¡Un momento!
¡No haya riña!
Ni falten las paridades
También le toca a la niña
Y así, hasta navidades
FIN