No es que me vaya a prodigar con esto de la poesía, que como sabéis, soy más de prosa. De hecho, aunque me da cierto pudor, hoy me apetece escribir esto sobre mis raíces. Sobre mi pueblo. Sobre mi aldea: Olleros. Sobre Tineo, la tierra hermosa de la que vienen mis ancestros a los que honro y doy gracias todos y cada uno de los días de mi vida:
No me sean duros, que esto no es lo mío…
Entre cuarcitas viejas,
donde se entrevera la pizarra frágil
que forma techumbres negras,
da cobijo a la tsariega
y abetsuga la tormenta.
Dura. Áspera.
Talló mi gente la piedra
Sudor sobre sudor
Curtiendo la piel reseca
De tierra, polvo y madera
De sol a sol sin descanso
Alimentando las bocas
De siete chiquillos que medran
Molidos los huesos a palos
De miseria, hambre y guerra
Bien cuidada la molienda
Amasaba María el pan
Y crecido en la masera
Por dar sustento a mi gente
Lo abrazaba el horno de piedra
Aparejando la puya
Andaba Servando a la siega
Al cinto, incla y zapico
De afilar lleva la piedra
Cabruñando la gadaña
Martillea el filo frío
Por llenar las parijuelas
Del outoño que en la corte
Daba alimento a las bestias
Siete nenos corretean
Sembrando sueños algunos
Los otros plegando velas
Como sarmientos las manos
De mis mayores anhelan
Que no tengan sus hijos
Que regar de sudor la tierra
Y huele a pasquín y a ropa blanca
Que sobre verde espera la seca
Y sentado en el aljibe
Rumiaba Servando las penas
Con ojos que nunca lloran
Por haber visto la guerra
Sin derramar una lágrima sola
Que le corren por las venas
De tanto dolor como arrastra
Que de pólvora, humo y balas
Muerto en vida, durmiendo en vela
Fusil al hombro, capote viejo
Botas marciales, polainas guerreras
Malviviendo entre los barros
Malmuriendo en las trincheras
Y crecía abundante el trigo
En la huerta embaxo casa
Se miraban María y Servando
Y con fervor allí besaban
De la Virgen del Acebo
Aquella medalla de plata
Mayor tesoro no tengo
Que el recuerdo de mi abuelo
Con manos que ya le tiemblan
Sentado en el banco verde
La camisa remangada
La mirada gris al frente
Al reloj le daba cuerda
El perro fiel a la vera
Saludando al nuevo día,
guardaba Servando la casa.
La casa de mis ancestros,
dándole gracias al alba
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