No somos nada, oigan. Mira por ejemplo a Kirk Douglas. Hace cuatro días andaba el hombre repartiendo mandobles y toñas a cuatro manos por el mismo centro de Roma y, de repente, con poco más de 100 años, ya no va a renovar el bonobús nunca más.
Es ley de vida. Como que los cuñaos se vean obligados a dar su opinión cueste lo que cueste aunque no le importe una mierda a nadie. O inexorable, como bajar el volumen de cadena Dial para aparcar, o sacudir la mopa por la ventana y cerrar rápido pa que no te entren en casa otra vez los miasmas recién sacudidos.
Son cosas que no se pueden evitar. Que lo he leído en un cartel del Facebook que ponía «comparte antes de que lo censuren».
¡Ay señor! Te llevas a José Luis Cuerda y a Kirk, y nos dejas a Leticia Sabater. Esto es el acabose…