Lo de no pegar ojo en toda la noche es una divinidad, porque a eso de la hora del amanecer, así a lo tonto, es cuando te entra el sueño, y entonces es tontería porque te tienes que levantar. Es trabajar a lo imbécil. O sea, es como trabajar en España.

Si además ese día estás solo ante el peligro en el curro, eso ya es de orgasmo y perdición. A las 10 de la mañana, cuando te hablan, oyes un «run run run» muy desagradable. Normalmente porque es alquien que te habla. ¡Cosa tan molesta, oyes!

A las 12 la cosa tira más hacia lenguas muertas o de minorías oprimidas. Juraría que a las 12 y cuarto un señor me dijo cosas en dialecto Jharatumbu, pero no estoy del todo segurola, la verdad.

Al final de la mañana, cuando vas a cerrar, es cuando te viene el de «ej que me urge mucho. ¿ME LO TENDRÁS EN MEDIA HORA?» Eso es muy estimulante. A mí por lo menos me estimula mucho las hormonas. Lo que es la testosterona, la malahostina, y eso. Te vas a comer. Abrevas rápidamente no sea que pierdas de dormir. Duermes más que Cepórrez. Pero de soñar que Albert Rivera te pide ayuda desconsolado por no sé qué movida rara con una carrera en una media. ¿Pero qué me estás contando, Albert? ¿No ves que tengo que descansar?

Cuando te despiertas porque es la hora de volver al curro, apenas te apetece matar a nadie ni nada. Has descansao. Los servicios forenses y de criminalística se retiran de tus aposentos al ver que sólo era una siesta. Grissom, o como se escriba, te afea la conducta por andar movilizándole los ceseís a lo pijo.

-¿A usted le parece que está bonito al precio que tiene el ceseís?

Joer, ¡No sabes ni cómo te llamas, vas a saber si te parece bonito o no! ¡Yo qué se Grissom!
Grissom se pira, pero mentándome a la madre por lo bajinis.

Coges el amoto para ir a currar. Todo va bien. Has acertado incluso cogiendo tu propia moto, que es cosa muy destacable. La tarde es durísima. Gente que no le funciona el Gúguel.. O lo que es peor: el Glogle. Esto es infernal.

A estas horas ya, me parece que todo Cristo habla en Esperanto. Efectivamente, estoy esperanto que den las ocho, pero no hay manera. El tiempo es relativo. Er hioputa. Hay que ver lo que dura. Cuando suena el teléfono, y el otro teléfono a la vez mientras alguien te trata de explicar en vivo y en directo sus problemas con el glogle, te sientes transportado a otra época. Concretamente a alguna dinastía china de esas milenarias con jarrones caros y torturas de esas tan refinadas que eso ya es de ser mala persona. Y el curro se acumula y vives sin vivir en ti.

A la hora de cerrar ha venido Pusdemón a ver si le independizo el Güindous ¡Qué pelazo me trae ese hombre, joer! Pero eso sí: tiene que ser para ya mismo. ¡Fuera de aquí ya, hombre!

¡A la mierda! ¡Me voy a mimir!

 

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