Hay un método infalible para medir el nivel de viejunismo que uno va atesorando. O sea, haber hay muchos métodos en realidad. Uno muy bueno y de mucha calidad es que llegue el día de Nochevieja, y de planazo tengas ponerte el pijama y dar gracias a la vida por no tener que salir por ahí, con la pereza que da, mientras te sientas en el sofá a la vez que dices «aaaay, qué coño» mientras le das un bocao al Donuts con cada campanada, que para ti es lo más parecido a una orgía romana de desenfreno máximo (desenfrenus maximus). Pero no, no voy por ahí. Voy por otro camino.

Situación: sale a colación, por lo que fuere, una persona humana de esas que suelen dar la sensación de que se ven a sí mismas requeteguapis a más no poder, y de un buen ver que quita el hipo, el sentío, y la congestión nasal. Pero sin embargo, a ti te parece que esa persona humana que se ve a sí misma, (pondré el ejemplo con un señor) como Brad Pitt, en realidad, si acaso, se da un aire a Alfredo Landa en un mal día. Y gracias.

Pa que nos entendamos: ves a una señora muy pagada de sí misma en lo que viene siendo la percepción de su guapez, y tú vas y sueltas (en pleno 2021) «¡Meh! ¡Ni que fuera Claudia Chiffer!».

Vayamos por partes:

1º.-No sabes ni cómo coño se escribe el apellido.

2º.-Claudia Chiffer está de muy buen ver, pero ya va teniendo años cotizaos como pa cortar un carril del Huerna y entorpecer la circulación por el otro. Después de ella, ha habido varias legiones de mitos eróticos.

3º.-Has intentao pensar en una señora más joven, pero no te sale ni pa Dios el nombre de ninguna, y tiras de disquete. Anda que no hay señoras más actuales. Esto ya da una idea de lo que viene siendo tu propio y triste declive.

A ver: este era el ejemplo light. Si para una situación de estas te vienen nombres como Janfribogar, Clargueibol, Gretagarbo, Laniñalospeines, Nefertiti, o Yontravolta, tiés más años que la mirilla de la Puerta del Sol.

Esto es asín. Vaya, que viene a ser como decir aquello de «es más bonico que un San Luis». Te delatas, y sólo te falta mandar que te almidonen las polainas y te calafateen el bombín. ¡Amos, no me jodas! Mi consejo es que, si tienes que establecer una comparación de estas, te inventes el nombre.

Por ejemplo:

-¡Meh! ¡Ni que fuera Dominique Slauschsmann! (a ti se te había venío a la cabeza «Claudia Chiffer», pero has estao ágil por una vez)

-¿Quién?

-¡Sí, hombre! ¡La protagonista de la última de Hans Welltwanglër!

Ahí, no hay interlocutor que se delate y quede como Cagancho en Almagro reconociendo que no solamente es igual de añoso que tú, sino que además es un desinformao.

De nada.