Una ventaja muy buena es que se pueden variar las muletillas de uso cotidiano. Cuando te preguntan: «¿Qué tal?», nada de: «¡Psé! Tirando…», «Ahí vamos», ni ese tipo de mierdas que están más vistas que el meme que te han mandao 1.000.000.000 de veces, y eso sin incluir el IVA.
Ahora, un «¿Qué tal todo?» se puede resolver muy guapamente con un: «¡Psé! Aquí, confinao…».
Y eso que te llevas, oyes.