Hoy es un lunes muy buenísimo porque en Alimerka han puesto unos carritos de la compra tamaño Pin y Pon. Con cuatro cosas que lleves, se ven llenos hasta las trancas y te crees José Luis Moreno, ilonmask o algún ricachón de esos buenos que si les da la gana se hacen la compra del mes en una gasolinera y ni se despeinan al ver la cuenta. En plan: paquete de seis morenitos 9 euros, o un Toblerone 48,50. La cesta de la compra media en una gasolinera de marca buena no te baja de los 400 pavos. Si llevas aceite de oliva, la cosa se te va los 900 y un aval bancario.

Total, que a los nuevos carritos de Pin y Pon les doy un 9 sobre 10. No les pongo más nota porque echo en falta que lleven un indicador de nivel por la parte de dentro. O sea, un ricachómetro que vaya desde «Andas de perras igual que de belleza» hasta «Tu poderío sólo se ve superado por el de Isapí». Que es una cosa muy popular y que anima mucho.

En otro orden de cosas, he encontrado delicias de coco marca El Cateto, que es una cosa digna de ver. Ahora echo en falta que haya Orejones el Comemierdas, Gaseosa la Anormala, Higos pasos La Bragaesparto, Polvorones y Mantecados El Pollavieja o Caramelos El Piltrafilla Chupador.

Que sí, que sí: ya sé que hay licores Hijueputa, Espárragos Cojonudos, y así. Pero hay un claro déficit de marcas alegres en los estantes de nuestros supermercados patrios. Excepto si hablamos de supermercados pijos, que entonces no hay estantes. Lo que hay son anaqueles. ¡So pobres!

Se están perdiendo oportunidades de oro, como por ejemplo unos postres navideños a base de almendra y azúcar con formas obscenas que se llamen Mazapenes. Que eso en despedidas de soltere lo iba a petar. Yo ahí lo dejo.