Hoy cumple DIECISÉIS añazos este perrete que veis en su camita favorita, que es la que se monta cada vez que cambiamos las sábanas.

Lucas es nuestro perrete de los mil nombres. Perri, Luqui, Perry Perrate – investigador privado de perros- y así una larga lista. Pero le gusta particularmente “Pipi Pipato” porque se lo canto con la música de Spiderman:

♫¡Pipi Pipato! ¡Pipi Pipato!

¡Eeeeera un Piiipi con el culo de pato!♫

Y se pone muy contento, y mueve el rabito y con él se le mueve el culo de pato. Es verdad que como está sordito le da un poco lo mismo cómo nos dirijamos a él. Le basta con saber que lo queremos, que es el perrete de esta casita de perro, y que eso no es negociable. Y él nos corresponde, pero multiplicado por mil. No hay inversión más rentable.

Cada día le doy gracias a la vida por mantenerlo tan mayor junto a nosotros sin haber estado enfermo más que una vez de cachorrito. Pero sabías que tenías que estar con nosotros muchos años, y en día y medio ya estabas como una rosa perruna. En los quince años siguientes, te pusiste malito un par de veces. Pero muy poco.

No negaré que a estas alturas uno tiene que luchar a veces para no pensar en lo inevitable. Pero el caso es que aquí estás. Sin dolores, ni nada que no sean los achaques mínimos que se puedan esperar en un perrete muy mayor. Pasaron los años y nos acostumbramos a soplarte en la cabeza antes de darte un mimo para que veas que somos nosotros y no te asustes. O a silbar, porque ciertos silbidos los oyes todavía, aunque sea muy poco y no sepas de qué dirección vienen por más que levantes las orejonas. Eres un perro viejito que, por lo que sea, nos eligió cuando era una bola de pelo que cabía en una mano. Pero no nos elegiste para ser tus padres ni nada por el estilo. No eres nuestro “perrihijo” porque sabemos que por encima de todo te gusta que respetemos tu esencia de perrete. Porque creemos que hay pocas cosas en este universo que puedan mejorar la sagrada condición de ser perro. Y no hay necesidad de humanizarte ni un ápice. Ni la más mínima.

Felicidades, Lucas. Gracias por tanto. Quédate con tu familia a jugar todo el tiempo que quieras, y sigue regándonos el alma como solo un perrete sabe hacerlo.