Miras todos los días en el feisbuk, y está petao de cartelinos con frases de estas de motivación y autoayuda que molan mucho, porque tú las lees y vas y te autoayudas a ti propia y mismamente: que si “La verdad está arraigada en lo más profundo de tu interior”, que si “Ámate y la creatividad brotará como un manantial incesante”, o “Nun te metas la fesoria por la córnea porque las lágrimas no te dejarán ver el bosque” y cosas así.
Que son frases que vienen bien porque a poco que las aproveches en condiciones te hacen mejor persona, se te cierran las puntas, se te quita el colesterol malo, y se te reduce drásticamente el problemilla de halitosis y también el de los pies, que ya no podrán concursar en el Festival del Cante de las Minas como artista revelación. Lo de la halitosis y los pies concretamente, autoayuda mucho a los demás seres vivos y es una cosa que fomenta el uso del transporte público y el ALSA en general.
Pero no todo va a ser ganancia y orgasmo perpetuo. Porque está muy bien lo de ser una misma o uno mismo con su onanismo, y que fluya la creatividad, y romper los tabúes (no confundir con los “tabuses”, que esos lleven ruedas y un cartelín que pone “ALSA”, y si los rompes viene la Benemérita y hay la de mi madre), pero como todo en la vida, la creatividad, la espontaneidad y la yomismidad tienen un límite. Y aquí, neñas, neños, y dirigentes sindicales todos, ye donde quería yo llegar y vamos a intentar explicalo un poco curiosín con el siguiente ejemplo (pa’ los de la parte de Sevilla y así: “Un poné”):
Vamos a suponer que tú bajas hasta el Alimerka –por alguna razón, ir al Alimerka casi siempre implica que hay que bajar antes- ahí, a tu rollo, y esa mañana leíste en el Feisbuk una frase de autoayudamiento y motivación de Paulo Coelho. Por ejemplo: “Es largo el camino para descubrir lo que habita en lo más recóndito de tu alma, pero más largo es ir de la Pola a Covadonga dando vuelta por Porriño, so mongol” y lógicamente sales de casa como una moto y con más motivación que Belén Esteban en la sección de pijamas del Primark. Y entras al Alimerka con disposición de pillar las ofertucas de patates Sabrosona, pan de la güela, y una bolsuca de Aligomis de la que sales por la caja, consiguiendo contener tu gozo y tus impulsos creativos porque tienes un autocontrol y un sentido de la contención que ni el rapaz que hincha los globos de Oquendo con un secador en la feria muestras. Y la cosa es que de la que vas camino de la charcutería te da el rollo coches de choque, y empiezas a cantar así por lo bajo la de “Cuandozarpaelamóooou, navegacieeeeeegasesquienllevaeltimóoon” –normal con esa motivación del quince que llevas- y ya una paisana que pasaba por allí te mira de reojo, como calibrando la magnitud de la tragedia.
Entonces te cortas un poco con la cosa de la espontaneidad y tiras a la frutería, que aunque en Asturies se supone que no comen frutas y verduras ni los veganos, siempre tiene una cola del copón. Y sacas número. Te quedan veintiocho o treinta seres humanos por delante, de los cuales calculas que unos veinte o así tirando por lo bajo son de los de: “dame unes manzanines de eses, pero que nun tean muy verdes ni muy madures ni muy amarilles, aymadrefíaquéprisallevo, vaallegarelmiLuisínydejélpotenelfuegotátócarísimo”, y eso en tiempo terráqueo viene siendo como media mañana en la frutería.
Y con ese nivel de Paulo Coelho en vena que llevas, por asociación de ideas te entusiasmas y empiezas a cantar a media voz con evidente animación la de “¡EeeeelPlátano! ¡¡EeeeeSensaaacional!!, ¡¡¡¡TANRICOYFÁCILDEEEPELAAAAAR…!!!!” mientras mueves las caderas suavemente, y ya de mano la cola queda en la mitad porque la gente que tenías más cerca sale disimuladamente en estampida. Y ves muy mosqueada a la paisana que te oyó antes cantar la de Camela echando mano del móvil por si hubiera que llamar al 112 o algo.
La cosa es que de repente, sin anestesia ni nada, suena por megafonía la canción de “¡¡¡TESIENTABIENALIMEEEERKA!! ¡¡¡¡ALIMEEERKAESPAAARATOOODOS…!!!!!” y ahí ya sin saber cómo, te da un subidón que no ye normal y te ves encaramao en el lineal de congelados bailando encima de las Alijulas con la paisana del teléfono, que claramente está sufriendo un ataque de ansiedad de tal calibre que se le actualiza solo el iPhone a Android sin conexión de datos ni nada.
Y al final, por exceso de creatividad y espontaneidad, antes de que acabe la canción tienes a dos patrullas de la Benemérita y una de la Local pidiéndote la documentación y que dejes de pisotear las Alijulas. Y al médico del SAMU, que ya mandó a la probe paisana del iPhone pa’l HUCA, empeñadísimo en ponete una pastilluca debajo de la lengua.
Total, que las cosas, incluidas la creatividad y la espontaneidad, son como el aceite de oliva: muy sanos y eso, pero tampoco como pa’ beber a morro de la botella.
Así que cuidadín con los Paulos Coelhos, que los carga el diablo y los disparan en el Feisbuk, ¿No me entiendes, né?…