Como sé que no habréis pegao ojo con la cosa de la sonda esa que se ha escalabrao contra un asteroide, y el asunto fijo que os inquieta os atormenta y os perturba, os lo voy a explicar en plan divulgación científica de la que sale en la tele. Esa que en lugar de decir «la formación de una dolina en el ámbito del fenómeno kárstico, comienza en forma de depresión del terreno formada por la acción disolvente de las aguas subterráneas al percolar a través de fracturas en las masas rocosas de caliza…» dice: «y con el runrún y el come-come, como eso no está canalizao con una arqueta como Dios manda, pues se ha escamochao to pa bajo y se ha formao un bujero que te cagah…». O sea, que se entienda bien.

Lo que ha pasao es que los de la NASA y los de Sondas y Satélites Salustiano Payón S.L. sabían que había por ahí un asteroide jipi que iba a lo suyo por el espacio, pacá y pallá como el sinvergüenza greñudo que es, diciendo gilipolleces y frases de Paulo Coelho que dan ganas de discutirlas a mano abierta. Y lógicamente dijeron: «como no se pierde na, vamos a probar a estampar un satélite mierder de los que tenemos por ahí que na más que valen pa cazar Pokemon y hacer llamadas random pa que la gente se cambie de compañía de la luz, contra el asteroide jipi de mierda este».

Un asteroide es como si fuera un meteorito de quiero y no puedo. Eso es como tener un Dacia Sandero descapotable de color rojo y ponerle una pegatina de un equino rampante como queriendo decir «¡Hey, chicos! ¡Hacedme casito, por el amó de Dios!». En este caso se trata del asteroide Dimorphos, que hasta el nombre es pretencioso para un piedrolo espacial de mierda. En lugar de llamarse «Chichinabo alfa» o «Cuesco Estelar», que era lo suyo para un morrillo cósmico de tercera. Los nombres de superhéroe hortera y retrasado deberían estar reservados para los meteoritos gordos de verdad: «Thanatos», «Typhoon 5», «Bertine Ousborne II», y así.

La cosa es que como el espacio está todo lleno de mierdas que podrían venir e impactarnos el planeta por el jeto, como uno de esos miserables que aparcan de oído amochando la defensa de los desdichados que están aparcados detrás y delante, pues han dicho ellos: «vamos a probar a estampar el satélite contra el piedrolo este de mala muerte, a ver si desvía su trayectoria o, por el contrario, se empeña en comprar una entrada pa ver a Bad Bunny». Los asteroides se gastan los cuartos en cosas muy sórdidas. Son casi como las personas.

El satélite se llama DART, que en inglés quiere decir «Dardo». Es una cosa poética, como queriendo decir que le van a hacer diana al asteroide de los cojones en mitad del medio de la genitalia. De hecho, es la abreviatura de «te viá DARDOs hostias que te avío, mongolo».

Bueno, pues exactamente a la hora prevista, o sea, entre la una y pico y las tres y algo de la madrugada, el satélite, del tamaño de una máquina expendedora de Bollycaos y gaseosas La Pitusa, ha impactado contra el asteroide Dimorphos con resultado de «Ufff, esto le va a subir lo menos ocho o diez mil euros ¿eh? ¡Vaya hostia, amigo!». Al satélite no le ha quedao sana ni la ranura de dar las vueltas. Ahora queda mandar a la gente de la NASA a medir los rodapiés del asteroide a ver si ha cambiao la trayectoria o algo.

330 millones de dólares costaba el satélite DARDO, que en materia de satélites vendría a ser un Nissan Micra con la ITV pasada y la correa de la distribución recién cambiada. Siempre en garaje. Impecable. Mejor ver. Y no tocar, porque se le cae la portezuela.

De lo que nadie habla porque está tol mundo muy ocupao con lo de Italia, que ya se sabe que no se podía prever y es inexplicable, y ay madre fía cómo es posible, es del dramón de los de Sondas y Satélites Salustiano Payón S.L. , que ahora estarán sentaos en los columpios del parque mirando al infinito sin saber qué hacer con sus vidas, ni por qué han esfarrapao su máquina expendedora de 330 millones de dólares contra un peñasco espacial.

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