Tanto regular y legislar todo, y nadie plantea resolver por ley estos candentes temas de máximo interés ciudadano que contribuirían a hacer una sociedad mejor:
-Campos de reeducación para los que blasfeman refiriéndose al sagrado pastel compuesto por diversas capas de hojaldre, con una o más capas de crema o merengue y cubiertos con diversas variantes de glaseado como «milhoja». ¿PERO CÓMO QUE «MILHOJA»? SI SON MIL, SON MIL, OIGA. EL PLURAL VA IMPLÍCITO. Si solo tuviera una hoja, sería un monohoja. Pena adicional de 10 años de trabajo forzado en los campos de arroz para los que además dicen «una milhoja». A ver si nos centramos.
-Otro campo de reeducación al lao, pero para los que dicen que se encontraron un «anisaki» en la palometa. Aquí, si no me equivoco, no es una cuestión de plural. Es que el anisakis se llama así, y ya. Es como Mikis Theodorakis, o Aristóteles Onassis. Que eran solamente uno a pesar de llevar «s» al final. Luego ya estaba Demis Roussos, que también era uno aunque pudiera parecer que eran varios. Será que el gusano pescadil en cuestión también es de origen griego. En cualquier caso, Carlos también acaba en ese, y da igual que haya uno o más: un Carlos, dos Carlos, tres Carlos… Hay una excepción, y es si Carlos tiene un testículo de menos. En tal caso sería Carlos el del cojón largo. Pero perdería gracia el chiste. En este campo de reeducación se usará como material didáctico la famosa canción «Un anisakis se balanceaba sobre la tela de una araña, y como veía que resistía, fue a llamar a otro anisakis. Dos anisakis… (y así tol rato)».
Ya si eso, iré haciendo más propuestas legislativas importantes de verdad.