Las leyes de la física son inapelables (no se dejan comprar por un aifon ni por nada que sea de Apel). Esto es una evidencia científica. Por ejemplo en Asturias el punto de cocción empieza a partir de los 22 grados y el de ebullición a los 28. Grados. Centígrados. No se debe confundir con el punto de emancipación, que ese es a los 43. Años. Cumplidos.

-¡Caramba, qué canícula! Estoy ya a punto de ebullición.

-¡Ah, pues yo no ebullo aún! Soy más de ebullir después del telediario.

-¿No ebulle?

-No ebullo.

-¡Vaya, vaya!

-Disculpen que me entrometa en la conversación. Es que estaba en la terraza del bar en la otra manzana tomándome una cazalla y no he podido evitar oírles. Veo que uno de ustedes está a punto de ebullir y, por el contrario el otro no ebulle nada ni remotamente.

-Así es, señora entrometida. El asunto de ebullir, siendo como es cosa seria, no parece responder a unos criterios de ebullición claros en demasía. Me parece que el ebullir o dejar de hacerlo más depende de un estado de conciencia que de leyes ni zarandajas.

-¡Arf, arf, arf…! Ay, que me ahogo. Disculpen que no haya llegado antes. Es que mi mujer apenas ebulle y yo por el contrario me hallo en un punto que harto supera el de ebullición. Me hallo ebullicionadísimo… Joer, qué carrerón. Se ha hecho de la terraza aquí en 15 segundos, la tía… Me se van a ebullir los escrotos de un momento a otro.

-¡Quién te ha dicho que yo no ebullo! ¡Nunca te preocupas de mis necesidades ebullicionativas! Claro, siempre estás con tus propias ebulliciones. Me siento oprimida por el heteroebullicionado opresor. Ya no te fijas en mis ebullicionamientos…

-Pero cari, si me has dicho que apenas ebullías ni nada. ¿Qué te ebulle?

-¡Nada!

-¿Seguro?

-¡No sé. Tú sabrás!

-Bueno, pues yo me voy ebullendo de aquí, que no haya nada que ebuller.

-Pues yo no es por presumir, pero llevo ebullición electrónica de serie.

-¡Hala! Entonces es una e-bullición

-Bueno, pues yo me voy ebullendo que teño que ebullir.

-¿Usted gallego, eh?

-Home, depende. Uas veces sí e outras non. Pero ¡Ollo! Nacido en Caldas das Ebulliciois do Carallo ¡A moita honra!

-Que ustedes lo ebullan bien.

-Ahora, lo mismo que che digo ua cousa che digo la outra ¿Eh? Yo con el que ebullía de verdade da bona era con o porteiro aquel irlandés. El Buyo aquel.

-Pero no era irlandés

-Home, que non! Pac O’Buyo

-Cari, no me dejes. Yo ebulliciono por tí. Suspiro por tus ebullis. Al caer la noche ebullicionaremos en un solo ser y salvajemente…

-Hoy viene mi madre a pasar unos meses con nosotros. Y se trae su zarigüeya doméstica.

-¡Qué forma abrupta de desebullicionar! ¿Pero tu madre tiene una zarigüeya? Yo creía que era una verruga. Por los pelos y eso. ¡Qué fea que es la condená!

-¿Mi madre o la zarigüeya?

-¡No sé, tú sabrás!

-¡Ay, cómo ebulliciono cuando te pones malote!

-Es que me pones tó malote. ¡Cordera!

-A fe mía que hemos de irnos de aquí. Estos jóvenes querrán ebullicionarse a su aire.

-¡Home, eso depende! Ahora, que ¡Menudos paradones que amañaba O’Buyo, carallo!

-Joer con el gallego…

-Antes las ebulliciois eran outra cosa. Home, vaya. ¡Depende!

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