La vida campestre es acojonante, amigos. Cultivar tus propias hortalizas, plantar tus propias pizzas de Casa Tarradellas, recolectar el grano y meterlo en el granero… Esto último es muy lógico por otra parte. Claro, no te vas a meter el grano en el culo, ahí a lo jipi. Eso ya sería hemorroide y te pueden acusar de intrusión profesianal. Pa eso están los graneros, pa las monedas el monedero, pa los billetes el… la… un… Joder, qué mal ejemplo pa España.

Sin embargo esto no es válido en los USA, lo primero porque sí que tienen billetes, que allí cualquiera que no sepa hacer la «O» con el cartón del papel tualé tiene pasta igual y… ¡Coño, qué buen ejemplo pa España! Y lo segundo porque allí en los graneros no meten grano. Meten otras cosas, como por ejemplo adolescentes gilipollas -mira, esos sí que llevan granos- que se meten ahí pa que el psicópata de la peli los apiole cómodamente en lugar de echar a correr. Mira que son cretinos. La puerta del granero ajusta como el orto, que el granjero mete ahí el tractor por las rendijas sin abrirla, que eso es como poner una cortina ducha amarrada con un cordel a una cámara acorazada. Total, que has entrao al granero con la chorra, y te crees que por poner un palo sujetando la puerta contra el suelo, ahí no entra nadie más. ¡QUE LA PUERTA ABRE HACIA AFUERA, IMBÉCIL!

Porque anda que no hay campo pa correr allí, que entre granero y granero hay catorce concesionarios de Seat, ocho iglesias baptistas y dos Carrefures y todavía queda sitio pa campo que flipas. De hecho en los USA, antes de haber campo todo aquello era campo y lo usaban pa guardar los bisontes. Con un par. Hay campo allí, pero de la hostia. Y todo el mundo sabe que los psicópatas asesinos, en el campo se pierden porque son más de casas abandonadas y graneros.

Por cierto, los carrefures americanos son como los de aquí, pero con las bolsas de Matutano de a 14 kilos. Con el pack familiar de Matutano te regalan una camioneta de cateto, una gorra, una camisa cuadros sin mangas y una pajichuela para que te la metas en la boca así de lao con un aire de displicencia que te cagas. Con eso te para el Sheriff del condado con ese pedazo tanque que lleva, que es más largo que un Dodge Dar, y según se te asoma por la ventanilla se acojona.

-¡Muy bien amigo! ¡Las manos en el volante y… ¡Hostia, que lleva pajichuela de medio lao con aire displicente! ¡Tome todo mi dinero y váyase, señor cateto!

Y se pira perdiendo la sirena, que no tiene campo pa correr. Otro gilipollas que no ve el campo. Por cierto, ¿Qué coño le ponen a la suspensión del coche del Sheriff del condado? ¿Blandliblub? ¿Gelatina Reina? Hombre, por favor, que eso cabecea más que el capó del Titanic. Que pegas un frenazo y se te centrifuga el ADN. La mitad al parabrisas y la otra mitad al cristal de atrás, que por cierto no sé cómo se llama.

Y todo esto venía a cuento de la vida campestre, el puto calor que no deja dormir, y el magnífico rebaño de mosquitos que los tengo alimentaos que da gloria de verlos. ¡Unas ubres que tienen las criaturas! Eso lo llevas a la Feria de Muestras a donar y te tienen que regalar todo el catering de bollería, tres bidones de Coca Cola y tres camisetas de «Yo dono y tú no, cara pijo» Por vergüenza torera mayormente.

Yo es que me cago en los insectos, en los coleópteros y en los helicópteros…