Mucho cuento con la elegancia, pero luego nada de nada. Vale que en toda casa elegante ha de haber siempre ciertos objetos súper cool. Por ejemplo, un decantador de vino hecho de cristal de Murano (o murojete). Mola, y adorna mucho encima de la mesita restaurada donde la güela tenía la máquina coser, justo junto al frasquito de la pimienta rosa y el cardamomo. Vale. Pero práctico, no es. Y además da una idea confusa a los invitaos. Yo, personalmente, voy invitao a una casa, y veo que abren el vino y lo ponen a decantar, y marcho ¿Pero tú qué mierda de vino me estás dando? ¿Que ye que trae tierra? ¿Tien arena? ¿Ta embotellao en una cantera, ho? Pues eso. Quita de ahí esa mierda y dame una Mirinda. Y haz el favor, y pa la próxima trae del Aldi un vino decente que venga filtrao de fábrica.

Por no mencionar esa manía de poner adornos raros en la mesa ¡Cagun diola! Una vez fui a una cena informal a la par que elegante y me encontré encima la mesa dos metros lineales de tubo corrugao del que se usa pa la salida de humos de la campana la cocina ¡Pa adornar! ¡Pero vamos a ver! ¿Tú no ves que ye muy feo? ¡Eso va escondío pa que no se vea por algo! Y encima lo habían cortao a lo largo, que eso ya no vale pa salida de humos ¡Que se salen los humos por la raja y no hay tiro! ¡Home no me jodas! 

-Mari, si querías cambiar la salida de humos de la campana, bastaba que lo dijeras. A mí estas indirectas, no ¿eh? ¿Pa eso me invitas a cenar?

-No, no, si es un objeto puramente ornamental. Lo he visto en el número de abril de «Interiors, arquitecture & Refalfio»

-Vas contame a mí lo que ye, si toy fartucu de velo en el catálogo de enero de Saneamientos Lopetegui…

Es verdad. Falta elegancia. Yo hace muchísimo que no veo detalles de calidad cuando voy a una boda ¿Cuándo se vio una mesa sin una tarreña con mondadientes? ¿Qué haces con los residuos interdentales? ¿Dónde quedaron las espadas? No seáis burros, que las espadas no eran pa escarbar los dientes. Eran pa cortar la tarta.

Y digo más:

¿Cuándo se vio que no haya en una mesa un cenicero pa posar la Faria?  ¿CUÁNDO?

¿SE ESTÁ PERDIENDO LA ELEGANCIA, O NO?

Echo muchísimo de menos los tiempos de antes. Vale que creíamos que si salía la palabra SUGUS 10 veces en el papel nos regalaban una bici, o que el ingrediente secreto de la cocacola era la cocalina. Que ya hay que ser cándidos. O que el señor que repartía caramelos de la risa por los colegios existía, o que si te tragabas un chicle se te quedaba pegao en el diodeno. Vale, de acuerdo: nos lo tragábamos todo. No es como ahora, que hay mucha información, y si sale por ejemplo un mongolo en un vídeo de yutú diciendo que si tomas salfumán se te curan las almorranas… ¡Ah, no, calla!

De lo que no cabe duda, es de que antes había un objeto que aglutinaba en torno a sí mismo las mejores tradiciones de la elegancia y la distinción: la bola de discoteca. Cosa más sublime no la hay. Tú entrabas a la boite con tus pantalones subidos hasta la sobaca, como Cachuli, tus calcetos blancos, la camisina raso que había planchao tu güela mientras se ciscaba en los siete jinetes del apocalipsis, y tu mondadientes de lao, y lo petabas. El master del universo.

Aquello sí que era elegancia. Para todo lo demás, el catálogo de Saneamientos Lopetegui.