Aprovechando que hoy segurísimo que es el día internacional de alguna cosa, y coincidiendo con el cabo de año de Chanquete, que en gloria esté, quiero dedicar estas palabras:

«Dedico estas palabras»

Y una vez dedicadas, ¿Qué me decís de ESE momento en el que vas al notario? ¿Eh?. Eso es la repanocha y la escojonación del átomo notarial.

Entras. ¡Hala, qué peazo de portal a todo lujo y tutiplenismo! Como queriendo avisar ya de mano. En este en concreto, el portero tenía una mesa así rollo Luis XVI y te miraba con displicencia, con altanería, con desdén. Con cara de oler mierda.

Aquí llegó el primer disgusto, porque pensé que me iba a soltar el tradicional: «¡Oiga! ¿Dónde va?». Coño, no sé, una frase de esas de portero tradicional de finca urbana de postín. Pero nada de nada. Su desabrimiento y olemierdez no le permitió de decirme nada. Nadie me dice nada nunca cuando voy por la calle. Ni cuando hay una obra siquiera. Sólo me dicen cosas bonitas cuando es el Domund, o hay jóvenes voluntarios de Save the Guorld o Asuntos ensín Fronteras o algo de eso ¡Puta vida!

Una notaría, lo primero que tiene que tener es estar en el entresuelo o en el primero.

-Pues yo doy fe que mi notaría está en un octavo, y…

¡Eso ni es una notaría ni es nada! ¡Impostor!. Bueno, pues subes al entresuelo o al primero. Pero coges el ascensor igual, porque te da pereza. Las escaleras de rellano de notaría suelen ser empinadas que te cagas, y además con el fostión que te va a caer, por lo menos que te suban en el montacargas.

Todas la notarías se llaman «Pase sin llamar». Esto es una evidencia científica basada en la observación. Luego ya, hay otro cartel que pone «Notaría». Como queriendo dar fe. Por eso los curas no suelen ser bienvenidos en las notarías debido al conflicto de intereses que se produce queriendo dar fe el uno y propagarla el otro.

-Hola, vengo a propagar la fe

-¡Fuera de aquí faccioso! ¡Búscate otro entresuelo!

Si os fijáis, las iglesias casi siempre están en un bajo, que es una ventaja competitiva muy importante porque no hay que subir ¡Abusones! ¡Dejad en paz a los notarios! Eso sí: en la notaría no hay que hacer sentadillas ni ejercicios de fitness como en la iglesia. Por cierto, JAMÁS me tocó ir a firmar a una notaría en la que hubiera notaria sin tilde. Se conoce que es cosa de hombres. Como el coñá perronero. Bueno, pues entras. Aquí pueden darse dos escenarios:

A: ambiente moderno a la par que funcional con predominio de tonos claros, preferentemente blanco calatrava o similares, y separación de ambientes mediante vidrio con el fin de aportar luminosidad.

B: ambiente clásico, pero clásico de que las sillas te tratan de usted, con predominio de maderas nobles y secretaria con antiparras de ver de cerca que mira por encima de la nariz. Probablemente prima carnal del portero, a juzgar por el increíble aire que se da en el gesto de oler mierda. Bueno, de oler excrementos. Mierda la huele el portero, que todavía hay clases.

Expones brevemente el motivo de tu visita. Lógicamente, no vas a entrar a la notaría explicando a voces qué cojones quieres. Entonces, pues lo expones brevemente. El DNI hay que llevarlo en la boca, eso sí. Claro, a ver cómo coño das fe si no:

«Varón, caucásico. Complexión abundante. Pinta como de pobre. Expone brevemente el motivo de su visita. Cicatriz en zona orbicular derecha. Barba. DNI en la boca»

Entonces, tras tu breve exposición, el dependiente de la notaría abre un armario que tiene dentro LA HOSTIA de papeles y coge el tuyo a la primera. Es algo así como la madre de la notaría, que lo encuentra todo a la primera.

Así de mano, dices tú: «¡Amos, venga! Ese no es mi papel ni de coña. Lo cogió a boleo, pero fijo» Pero es. Siempre es. Entonces cotejan tu DNI para ver que eres tú y dicen: ¡Cotejao! Y te pasan a una sala como de interrogatorios, pero con muchas sillas y una pila de bolis que lo flipas. Los bolis no los puedes hurtar porque como de fe el notario das con tus huesos en el calabozo de la notaría.

Cuando ya estás sentao, SE LLEVAN TU DNI. Y te dejan desprotegido, ahí sin DNI ni nada. ¡Coño, qué limpia está la mesa! Tengo que preguntarle al notario a ver con qué la limpia. Cruzas los pies ¡Ay, no, que estoy en la notaría! ¡Compostura, compostura! Y te sientas haciendo ángulo recto perfecto, que si te usaran de escuadra salían las esquinas de los pisos niqueladas. Te apoyas en la mesa. Como es temprano y te acabas de echar la crema hidratante de Oliva de Deliplus, dejas todos los dedazos marcaos ¡Mierda! ¡Se van a dar cuenta de que soy un cateto! Lo limpias con la manga disimuladamente. Los cojones, eso no se va ni con salfumán ¿PERO POR QUÉ MIERDAS PONEN MESAS NEGRAS CON LO GUARRAS QUE SON? Y sobre todo, y lo más importante: ¿POR QUÉ LE ECHAS ACEITE DE OLIVA A LA CREMA LAS MANOS? El fabricante no limpió una vitrocerámica en su vida ¡Malditos burgueses!

Entra el notario. Te ha pillao frotando con la manga, y te quedas apoyao en la mesa como haciéndote el interesante. Pa tapar el lamparón. Tiemblas pensando en que te hagan pagar la mesa, porque tendrías que pedir un préstamo y volver al notario y joder la mesa otra vez. El notario te da la mano, y ni siquiera repara en lo suaves que las tienes gracias a la crema del Deliplus. Y entonces dice:

«Don isbelalrezaz, con DNI mnsdsd.. póliza créditfsdsds por ciento de interés a un año, mnmnmnmnmnmnmnm… irmeaquí. Doyfé. Ensdías»

¡Hostias! ¿Ya? (esto lo he oído muchas veces a lo largo de mi vida, pero por una vez lo digo yo). Pues debe ser que sí. Sales, pero te da vergüenza preguntar al dependiente de la notaría si ya te puedes ir, como cuando te haces una radiografía, y quedar como un cateto. Yo aquí opto por salir dignamente con un «Muchas gracias. Buenos días». Y si no te dicen ná, pues tiras. Luego ya bajas, pero ahora por la escalera. ¡Total, por un piso! Abajo está el portero ocupadísimo poniéndole cara de oler mierda a una señora despistada que ha tenido la desfachatez de preguntar en qué piso está la notaría ¡Señoraaaaa! ¿Pero, en qué mundo vive?

No importune usted al portero, porque como queda dicho, toda la humanidad sabe que las notarías están siempre en un primero.

O en un entresuelo.