Leo en el blog amigo http://desdelaveleta.blogspot.com, escrito por La Gata Negra,  un encendido comentario acerca de la penúltima memez de un memo profesional que ha entrado él solito y por méritos propios en el Salón de la Fama de Memolandia: Salvador Sostres.

Para quien aún no lo conozca, es entre otras cosas columnista de El Mundo y tertuliano de Telemadrid que cada vez que abre la boca consigue que suba el pan  de hogaza y baje el índice Nikkei, el IBEX 35, el karma de Menéame  y el Windows 7.  Este señor, que antaño escribía encendidas soflamas nacionalistas en Avui, hogaño  defiende posturas ultraliberales asomado al lado opuesto en un inexplicable, pero posiblemente rentable, giro ideológico. Si algo me jode es la gente incoherente. Mire usted, que diría Josemari, sea usted lo que sea, prefiero verle venir que no saber de qué pie cojea. Una cosa es evolucionar y otra muy diferente arrimarse al sol que más caliente y más convenga. En ese sentido me parece más fiable, por poner un ejemplo, un ultrafacha, un antisistema, o un Yihaidista,  que al menos sé por donde me van a salir, que un espécimen de dudosa clasificación que un día huele a sobaco, al otro a Axe y al otro a Chanel Nº 5,4 periódica pura.

El caso es que el amiguete, al que ya en su día le dedicaron un grupo en Facebook con gran número de seguidores («Salvador Sostres: Gilipollas del año» se llamaba), y  que escribió un «lúcido» artículo a cuenta de la muerte de Labordeta, entre otros méritos,  ahora ha sido pillado en un pequeño lapsus en los momentos previos a la emisión del programa «Alto y Claro» de Telemadrid.

Vean:

Ahora, se queja de que son imágenes «robadas» en el contexto de una «conversación privada». Desconozco  qué entiende este prohombre por «conversación privada», pero si hay cámaras focos y público me parece que la privacidad se queda un tanto mermada. Vamos, digo yo. Viva la coherencia.

Hablando de falta de coherencia,  también destaca estos días lo que está pasando en el Sáhara. O, según Marruecos, lo que no está pasando. Mientras tanto, aquí se dan por buenas desde las altas esferas las explicaciones del Reino Alauí y no se hace ni puto caso de la versión Saharaui, pero bueno, al menos Mohammed VI nos va a permitir enviar a dos medios españoles para que nos lo confirmen. Al final irán representantes de El País y de El Mundo. Al resto de los medios que les den mantequilla para suavizar el roce.

Queda por ver si Pedro J.  manda a Sostres  de enviado especial, que por poder, podría ser. Igual hay suerte y un camello le estampa la patilla en medio de los huevecillos. Mira tú por donde iba a resurgir en las capillas catedralicias la figura del castrato. Lo que íbamos a fardar con nuestro propio Farinelli cantando hermosas melodías con voz prístina y ese  aspecto de camionero del mismo centro de  Kentucky que se gasta el colega.

En definitiva, desde el PSOE lo dan por bueno en tanto no haya pruebas fehacientes, y desde el PP van de guays con la causa Saharaui. Poquita memoria por ambas partes, me parece.

Y es que el problema, al margen de que haya muchos Saharauis con DNI español, que no deja de ser un cacho de plástico con un chip incrustado (¡Coño!, igualito que la Visa), es que han pasado siete lustros mal contados desde que España abandonó el Sáhara y ninguno de nuestros gobiernos ha cogido el toro por los cuernos ni por ningún otro apéndice. El colonialismo es lo que tiene. Molan los fosfatos, mola el olor golosón de los hidrocarburos, molan los beneficios que obtienen los lobbies de siempre (¿Lobbie viene de lobo?), pero a los legítimos propietarios del Sáhara occidental que les den.

Aquí ya no tratamos de dignidades nacionales, ni de recuperar perejiles al alba y con viento de levante o poniente, o de donde coño soplase. Se trata de ser coherentes con los compromisos contraídos. Un siglo de ocupación española. 100 añazos en los que curiosamente sólo hubo algo de interés en la explotación pesquera, en reclutar personal para la cosa de la  milicia  y,  desde los años 50, en la explotación de los fosfatos. Otra herencia cojonuda del franquismo que no han sabido resolver ninguno de nuestros gobernantes. Tanta culpa tiene el que mata la burra como el que sostiene la pata.  Será porque hay demasiados intereses y muy poco interés. Así son nuestras paradojas patrias.

Así son nuestras vergüenzas, que ahora tapamos pudorosamente no vaya a ser el demonio que se nos vean las ladillas de la historia aferradas al vello púbico. La historia es la que es, por más que la tapemos a paladas. Aquí de eso sabemos un huevo de pato a base de remodelaciones de las crónicas y memorias históricas varias, a fuerza de divisiones entre fachas y rojos, de simplismos de libro gordo de Petete, de votar con las tripas, con el culo o con una garrafa de bilis en lugar de con la cabeza, de ser del Madrid o del Barça, de Pinto o de Valdemoro, de frases hechas, de localismos paletos y ombligueros, de bulerías o rondeñas, de Fernando Alonso, o de Vettel…

Yo soy español, y asturiano, y europeo, y ciudadano del mundo y de la Vía Láctea si es preciso.  Y el orden me da lo mismo,  que al fin y al cabo tanto monta, monta tanto…

Y es que,  huerfanito de padre y madre como soy, hay ocasiones en las que asomarme a la ventana del mundo sólo me incita a acordarme de la madre que me (nos) parió que, como todo el mundo sabe, qué descansada quedó…

Salam Aleikum… Shalom… Que la paz sea con nosotros …de una puta vez.