-Caso 2473. El mundo contra Fulgencio Carranchales. ¿Jura usted, pedazo de gilipollas de mierda, decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? ¿EH, IMBÉCIL? ¿JURAS O NO?

-Juro, juro, señor juez.

-¡Ea! Pos culpable. No le condeno a la silla eléctrica porque está el recibo imposible y el ministerio no me deja meterme en semejante dispendio ¡A ver! ¡Que saquen la silla a vapor y me lo apiolan aquí mismo por cretino! ¡Alguacil! Vaya a la carbonera del juzgao y traiga un canasto lleno de hulla o, en su defecto, de lignito. Y proceda a avivar la caldera con diligencia. ¡Haerfavó, hombre…!

-¡Protesto! Como abogado de la defensa, he de decir que el imbécil de mi defendido tiene derecho a un juicio justo. ¡El cara pijo de los cojones! ¡Si ejque le metía asín en to la boca! ¡Tonto! ¡Que no eres más tonto porque no dan licencia…!

-Es verdad ¡Putas leyes! ¡A ver, usted! ¡El botarate! Proceda a relatar los hechos.

-A las ordenes de usía, mi señoría. Pos yo ejque estaba pasando el mocho, cuando de repentemente me enganché sin previo advertimiento con aquel cable que como venía yo denunciando al encargao, estaba tirao por el suelo en un reiterado ejercicio de negligencia y dejadez de los ingenieros, provocando este hecho la desgraciada circuncisión de que me desequilibrara y fuera a dar de hocico contra el aparato grande con muchas lucecicas. No contento con ello, y debido a la fuerte contorsión craneocefálica sufrida, me salí pa’trás sin control ninguno, dándose la fatal eventualidad de que en la trayectoria rectilínea seguida, y no en otra, se alcontraba el cubo de fregar. Esto, considerando que la masa de un litro de agua es de aproximadamente un kilogramo, y habiendo en el cubo cabalmente unos 25 litros, supuso un importante menoscabo en la estabilidad de la persona humana resultando, como no podía ser de otra manera, en un fuerte impacto retrospectivo en el otro chisme con cables. Ahí fue cuando me se fracturó el guardabarros craneal, con resultado de desprendimiento parcial de oreja y pérdida de inconsciencia. Pero no se acaban ahí las turbulencias: habida cuenta de que la masa total de mi cuerpo humano superaba ampliamente a la del cubo, la energía cinematográfica produjo un vuelco del mismo que, en no teniendo tapa los cubos de fregar porque no se podría meter el mocho, provocó un inevitable desparrame del líquido alimento que fue lo que provocó el cortacircuitos de la otra computadora, que resultó ser la del güasap. Y eso ya fue el acabose. Menos mal que han saltao los plomos, porque de lo contrario me habría o habriese letrocutao con menoscabo para la integridad del organismo de la persona.

-Por el poder que me ha sido conferido por las leyes del estado de Güichita, condeno al acusao por un delito de to las cosas, a la pena de silla a vapor, pellizcamiento de moflete y dos hostias bien das a mano abierta. ¡ZAS!… ¡ZAS! ¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!

-Yo pa mí que con el mazo había que darle a la tabla esa redonda que tié en la mesa, señoría. No al acusao. Por no mencionar el posible ensañamiento, en siendo suficiente con un mazazo, como marca la costumbre, pa dar por terminada la vista. Pero si me deja el mazo un ratico… Ej que al verle a usté me he enviciao y yo también quiero mazar al alcornoque este.

-Ha sío un efecto rebote totalmente involuntario. Yo ej que como soy nuevo en este juzgao, entavía no controlo el material. ¡Hubieran puesto debidamente las instrucciones de uso según la normativa vigente! ¡Meh! ¡Se joda!

FIN