Hoy es un domingo buenísimo porque me he encontrao una señora que se dedica a ser influencer geriátrica haciéndose fotos sepsis y secsis con elegantes a la par que chirriosos outfits, cuenta chistes vintage que harían vomitar a Arévalo cuando contaba chistes de mariquitriquis gangosos, y dice cosas súper hirientes como «las hay que se creen bombones y no llegan ni a Lacasitos».
Yo es que leo esas cosas y me sale novelarlas añadiendo -«dijo el chapapote pegao en un piedrolo soñando que era el más fino Chocolat Orgasmant du Pepitille des Dieux que había en aquel elegante escaparate de los Champs-Élysées».
Jesusito, haz tu magia y devuélvele la vista o pásale un pañito a sus espejos. Yo de mayor quiero tener el entrepáter tan gordo como el de Influgeriatricwoman.
La mente humana es maravillosa. A ver si me hace efecto rápido el cóctel de lorazepam y trankimazines y lo supero poco a poco.
¡Gracias, Diosito! Estas cosas son como el cromo del Megatón. Como la calcomanía (o calcamonía) del chicle ochentero. Como lo quemao de la paella. Como la chispa de la vida. Como sorber lo que va quedando en la bolsa del flas al descongelarse. Lo puto más mejor.