Un día eres joven, ves la primera de Indiana Jones, y al otro sacan «Indiana Jones y el braguero mortal», donde el afamado expoliador de piezas arqueológicas ya anda jodido de chapa, de motor, de chasis y de todo, y tiene que mandar a los templos y a todas esas movidas que frecuenta a los de la asistencia domiciliaria del ayuntamiento.

-Pero don Indiana, ¿no será mejor que le haga los baños, hombre? ¿no ve que la mampara ya no cierra a causa de los champiñones?

-¡He dicho que vayas ahora mismo a Sumatra a recuperar el Ojo de Kalahandar! ¡Coño! ¡Y rapidito, que pa eso pago mis 30 eurazos al mes!

Pa mí que la vida no está pagada, tetes. Y la asistencia domiciliaria a según quién, tampoco. Indicios, hay. Menos mal que al menos andamos regular de chapa pero de motor la familia bien, gracias.

Porca miseria…