Este es el verdadero somier/portilla incorrupto de san Dokán de Mompracem. Obispo y mártir, afilador y paragüero, personal shopper de zarigüeyas e influencer de protozoos. Compártelo, y pronto te llegará una noticia muy inesperada que te dejará picueto. Que viviendo en España tampoco es una cosa que digas: «¡Uhaala! ¡Qué inesperado suceso!». Pero también pagas cafeses mierder en vaso plástico a 6 euros, que eso sí que es de quedarse picuéter, y de eso no dices ni mu.

Sor Leontina Tarner no lo compartió, y toda clase de desgracias cayeron sobre ella. Desde entonces, las yemas de santa Teresa le salían saladísimas y el convento quebró, viéndose obligado a alquilar sus dependencias a la afamada franquicia de comida rápida apostólica San Donald’s.

Dalsy Parrales, hija del afamado magnate de los jarabes infantiles, ignoró este mensaje y se quedó embarazada de gemelos de facóquero aficionados al reguetón a capella.

Abundio Yenlavirgen Santa, hizo caso omiso del verdadero somier/portilla incorrupto de san Dokán de Mompracem, ganó un Dacia Sandero en una tómbola y encima tuvo que pagar el IVA, la viñeta y el impuesto de matriculación.

Manolita Parrabos, afamada beata titular de la parroquia de san Dámaso Plalollas, rehusó compartir el verdadero somier/portilla incorrupto de san Dokán de Mompracem, y pereció inexplicablemente calcinada en un desgraciado accidente al encender una vela a santa Catalina Morgan. Y eso que la vela era LED. Que rasque. Por no compartir.

Yesica Gonlahostia, pasó de compartir como de la mierda, se le infectó el piercing del páncreas y se le decoloró el tatuaje de la ingle que dice en japonés «pa fino mi chumino».

Y recuerden: el vello supralabial, a partir de 10 centímetros es mostacho. Sé que el 98 por siento de mis contactos no lo compartirán, pero el uno por siento restante, tampoco. Las matemáticas bien, gracias.

Comparte en honor de los que sufrieron terribles susesos y ocurrensias por haber hijnorado al berdadero somier/portilla hincorruto de san Dokán de Mompracem.

Bensisiones, y patadas en los Indianajones.