Si yo fuera presidente de la gobernanza y los gobernamientos, me dejaba de cortinas de humo, globos sonda y zarandajas, y directamente obligaba a hablar castellano antiguo en verso en el Congreso de los Diputados y Diputadas, y en el Senado de los Senadores y Senadoras. Que nos iban a dividir, vapulear y afostiar igualmente, pero por lo menos con algo de gracejo:
-¡Lástima, Yolandegunda!
¡Nunca tal cosa se viera!
Que pudiendo ser primera,
Y al final vista de armiño
Esa arpía a la que llaman
Maesa Nadia Calviño
¡Las que no lloran, no maman!
-¡Maese Santiago Abascal!
¡Cuán grácil vuela la graja!
Mas apreciando halago tal,
me podéis catar la raja.
Otrosí os digo y comento,
como lo digo lo hago,
que estando una en el convento,
ya puesta, dentro me cago.
-Tiene usted la palabra,
Señor Conde de Bolaños.
Que con un ¡abracadabra!
pare uno y mil engaños.
-Vean pues Sus Señorías
que es sin trampa ni cartón
que me voy de correrías
pues me llama Pusdemón.
¡Y a mí me llaman trilero!
Por llamar melón al higo
Y decir sí al no primero,
y aliado al enemigo.
¡Vida cruel, y asaz injusta!
¡Cuanto quiera, ordeno y mando!
¿Llevo en el bolso una chusta?
Pues me la fumo, ¡y andando!
-¡A fe mía, malandrines!
¡Nunca vi tanto mamerto,
palpando los cataplines!
¡Que hable pues don Alberto!
Cosa tal nunca se vio
en esta sagrada casa.
¡Que venga don Núñez Feijóo!
¡Mas que nada, a ver qué pasa!
-Non pasa nada ¡Carallo!
¡Ya lo decía mi abuelo!
Que tenía buen caballo
y calzaba buen ciruelo:
«Albertiño, non te miento
si te digo que en Padrón
Cultivan tan buen pimiento,
que unos pican e outros non».
Ya os digo yo que la cosa iba a funcionar más o menos igual, pero por lo menos el Canal Parlamento iba a subir la audiencia. Que también da más o menos igual, pero al menos siempre nos quedarán las croquetas. O a lo mejor no.