Acá les vengo trayendo un nuevo tutorial para que aprendan cómo enhebrar correctamente una aguja para poder coser un botón de la camisa:

Lo primero de todo, es importante señalar que si uno tiene vista cansada, o sea, si uno es presbítero, tiene que ponerse las gafas de ver de cerca. Salvo que pretendas enhebrar la aguja desde el concejo de al lado, en cuyo caso hay que ponerse las de ver desde casa Dios. Las gafas de herrar bisontes no valen, porque como su propio nombre indica son para herrar bisontes y otros ungulados. ¡Jipi mugroso! ¡Antisistema! Lamentablemente desconozco si las de ver de cerca sirven para enhebrar bisontes porque no se me ha presentado la necesidad. Cosa rara, considerando lo bien que me va en la vida.

A lo que voy:

Se coge una aguja e hilo del color que se necesite. Por ejemplo, para una camisa blanca es conveniente que el hilo sea blanco. Por alguna razón.

Es importante señalar que es el hilo el que se debe mover hacia la aguja y no al revés. Es como el dedo y el culo, vaya.

Se chuperretea el extremo del hilo. Supongo que para lubricar. En esto pasa como con el dedo y el culo si el dedo es de levantador de pesas ruso y el culo de bailarín armenio.

Acercamos ochenta veces el extremo chuperreteado hacia el ojo de la aguja. No aciertas ni pa Dios.

Coges un mechero y quemas el extremo chuperretado para que no haya hilachos que entorpezcan la inserción. Esto no es de aplicación al símil dactilocular. Por alguna razón.

Coges unas tijeras y cortas el extremo quemado porque se ha hecho una bola en el hilo que no entra por el ojete de la aguja. Ni por el del bailarín armenio. He visto porras de Kojak en las que había menos diferencia entre el palo y la bola.

Traes otra lámpara más porque las ocho que has puesto y la linterna del móvil se conoce que es poca luz. He visto mesas de operaciones más sombrías. Eres más presbítero de lo que pensabas.

Vuelves a empezar por el chuperreteo. Te ciscas en todo el santoral desde san Aaron hasta santa Concha Lalora. Famosa santa argentina. No entra. El hilo, digo. Santa Concha lo desconozco.

Desesperado, coges hilo rojo a ver si cuadra. Al fin y al cabo vas a coser el botón en una camisa blanca y nadie se fija en eso excepto que sea Josie o algún tiquismiquis trastornado similar.

Se te ha terminado el santoral y empiezas por la lista de los reyes godos, que resulta ser extremadamente corta para estos menesteres. Te empiezas a ciscar en toda la peña que sale en aquello de «Josué engendró a Pot. Pot engendró a Muniel. Muniel engendró a Plof. Plof fue al registro civil a ponerse Jessica porque a ver dónde coño vas llamándote Plof». Las cosas siguen sin encajar.

Ya has chuperreteado e incinerado todos los putos hilos de todos los colores. Te planteas coser el botón con la cosa de cerrar el panbimbo.

Finalmente tiras de superglue y a tomar por saco. No puedes abrochar el botón porque se ha pegao entero. Eso no es un botón. Es una incrustación.

Como cuadra que el botón era uno de los que quedan a la altura de la barriga, pones un poco de cinta de doble cara pa no ir enseñando las lanas abdominales.

Y así es como se hace.