Hola. Soy Yisus.
 
Esta semana nazco, y por eso os voy a contar las vicisitudes de mi nazcamiento.
 
Mis padres eran pobres, pero pobres de eso de no tener ni pa una chilaba del Primark. Pobres de comprar el champán francés de la marca Día. La vida en Oriente medio era muy jodida por aquel entonces. No era como ahora, que aserejéjadejé.
 
De aquella había romanos, que era una risión porque iban todos de falda enseñando las canillas y con una escoba en todo lo alto del cascum. Brutos eran un rato. Algunos incluso eran Brutus, pero de outfit andaban regular con aquellas pintas que me llevaban. Pero lo compensaban porque conquistando daba gloria de verlos. Lo mismo te anexionaban una Palestina, que la Mauritania Tingitana como una persona mayor sin tener que lamentar víctimas ni daños materiales más allá de lo normal en lo que viene siendo una conquista romana. La verdad es que eran unos profesionales.
 
Total, que mi padre era trabajador autónomo de la madera y por eso éramos pobres de pedir en la puerta del Alimerka. Mi madre se dedicaba a sus labores y un día se presentó un arcángel Gabriel y va y le anuncia un anuncio:
 
-Hola María. He aquí que concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y por nombre le pondrás Yisus. ¿Cómo lo ves?
 
-¡Hala! ¿Y otro nombre no podría ser?
 
-No. Viene así el pack. De permanencia son 33 años.
 
-¡Hala!
 
Y después de un anuncio de colonia «Eau de Cleofás» , porque aquel anunciamiento lo patrocinaba Antenae III, salió el profeta Matías Prats, contó un chiste y el arcángel desapareció, cosa muy razonable.
 
A mi padre le pareció fatal, pero como era autónomo tenía unas tragaderas como una boca pozo, y el hombre se resignó y terminó de hacer un taburete que tenía a medias. A Isaías Nicodemo, que era el cliente, le pareció muy bien que mi padre le pusiera en agradecimiento por los dones recibidos una pata extra en mitad del asiento pero mirando p’arriba. Pero al Sanedrín le pareció fatal del todo y condenó salvajemente a Isaías Nicodemo para que purgara su grave pecado de sodomía. A esta terrible acusación había que añadirle además el agravante de»pata metía en culo sin haber necesidad ninguna» , que eso ya era de echar de comer aparte. Y como castigo, el pobre tuvo que lapidar a su mujer. El Sanedrín era muy mal tomao pa según que cosas.
 
Entonces César Augusto, que era el Director General de Roma y tenía mucho mando, ordenó que toda la peña se empadronara pa poder cobrar el IBI y esas cosas romanas que han llegado tan ricamente hasta nuestros días. Mi padre cogió a mi madre y la subió en un burro Seat de segunda mano que tenía y se fueron a Belén, que era donde había que echar los formularios de empadronarse. Los formularios romanos eran de mucho trabajar porque como eran de mármol aquello pesaba lo menos LXVI arrobas cada folio. Como era un burro monoplaza, mi padre hizo el viaje a pie, que era una cosa de mucho mérito hacerla en chanclas. Por aquel entonces no había Compeed Ampollum, y aunque lo hubiera daba igual porque eso sale cada tirita a precio de farlopae de la de calidad non plus ultra y no trae cuenta en siendo pobre.
 
Pero como caía Navidad, en Belén estaba todo petao y ya no había hoteles ni pensiones ni nada. Y un señor bondadoso les dejó dormir en un establo, que es como una cuadra pero con menos mierda y suena como más mejor. Es lo mismo que si vives en un almacén de somieres mierdoso, pero lo llamas loft.
 
Y entonces se puso de parto mi madre y nací yo sin comadrona ni cojín de lactancia ni nada de eso. A veces pienso en lo pobres que éramos y del mismo disgusto dejo de ser uno y trino. Pero luego se me pasa.
 
Como había una estrella con más brilli brilli que un top de fiesta de los chinos, aquello se puso a rebosar de pastores y campesinos. Todo lleno de chusma, que parecía que regalábamos gorras de la Caja Rural de Judea. También teníamos una mula y un buey. Del burro de segunda mano de mi padre nunca más se supo. Normal, porque aquello estaba lleno de gentuza y con el cuento de adorarme a mí no nos dejaron ni las raspas y la policía municipal de Belén estaba a poner multas en vez de poner orden. A mi padre le robaron el reloj de arena en un descuido al estrecharle la mano: «Hala, que sea pa bien y se críe con salú, ¿Eh? ¡Alegrándome mucho!» Y a la mierda el reloj. Seguro que era uno de Bersebá o de por ahí alante, que eran todos unos lúmpenes que vivían de las ayudas…
 
Luego ya, llegaron unos magos del lejano oriente, que dicho así parece que quedaba muy lejos. En casa Yo, vamos. Pero como nosotros ya estábamos en Oriente Medio eso que tenían andao y la cosa no era pa tanto y menos con GPS, que eso no tiene mérito ninguno. El primero trajo oro, que a mi padre le pareció fetén. El segundo trajo incienso, pero como no éramos jipis ni nada no lo usamos. El tercero era un ciudadano de origen afrojudaico, que era la forma políticamente correcta de llamar a los negros con dinero. Si no tenían dinero, los llamaban «negros». Directamente. Aquel le dio a mi padre un cofre con mirra, que no sabíamos qué mierda era pero pusimos todos cara de que nos gustaba mucho. Ahí tengo todavía la mierda’l cofre mirra en el trastero, que un día por otro…
 
Por cierto, eso de los villancicos no hay uno que diga verdad y es una parida de las de dar ganas de abofetear a cuatro manos. ¡PERO QUÉ PEINE DE PLATA FINA NI QUÉ MIERDAS, SI NO TENÍAMOS NI PA UN CEPILLO DEL HACENDADO! ¡CRETINOS!
 
De aquel que se remendaba y se remendó y se echó un remiendo y al final va el tío mierdas y se lo quita, no digo nada porque está feo meterse con las personas, que están en su derecho de tener sus deficiencias.
 
Aprovecho para decir que cuando ponéis el Belén eso está lleno de inexactitudes históricas que no hay por donde cogerlo, pero yo os quiero igual. Menos a los que ponen espumillón. A esos no.
 
Luego ya, volvimos a Nazaret y hubo una movida muy tocha porque Herodes, que era chungo de cruzar de acera, mandó cargarse a toda la chavalada de la zona no fuera a ser que le hiciera sombra o algo. Hermosa tradición que ha llegado hasta nuestros días en forma de asambleas de partidos, comités de empresa y eso…
 
Desde entonces se me conoce como Yisus de Nazaret a pesar de haber nacido en Belén, pero es que el Nazaret estaba en primera y con eso no hay Dios que compita.
 
Luego fui creciendo y los findes tenía unos planazos del copón, que lo mismo me iba a discutir con los viejos que a echar a patás a los topmanta del templo o a arengar a las masas ahí multiplicando panes y peces y tal y Pajcual. Pero eso ya es otra historia. Paz y amor for everybody, y que no me entere yo. Ya veréis cuando vuelva, que algunos lo vais a flipar de ponerse el tanga al revés.
 
Os quiere:
 
El Yisus.
 
——————–