Hoy es otro día buenísimo porque, en mi papel de hombre machote de la casa capaz de hacer cualquier cosa por su familia, me he comido un yogur de coco caducao desde antes del Día del Libro (del año en curso, tampoco nos pasemos), que no quería nadie. Pero a ver, que ya desde ante de caducarse no lo quería nadie. Incluso desde antes de su fabricación PORQUE LOS YOGURES DE COCO NO LOS QUIERE NADIE NI EN FOTO. Sabía a coco y a penicilina. De lo cual se deduce que de esta, o la doblo o soy inmortal pa una temporada. Tengo la teoría de que Sir Alexander Fleming descubrió el efecto antibiótico tras caérsele en el cultivo de guarrerías de su laboratorio una gota del yogur de coco caducao que se estaba comiendo y observar que las bacterias habían salido huyendo en un radio de 200 metros.

Por tanto, tan importante hallazgo se debió al férreo sentido del deber de comerse toda la bazofia caducada que hubiera en su casa. Gracias Alexander. Eres espejo y ejemplo para todos los padres del mundo que nos comemos los yogures de coco caucaos para proteger a los nuestros de semejante horror.

En otro orden de cosas me han quitao cuatro puntos. Todavía me quedan dos puntos, pero ya me han dicho que me los quitan mañana. Me refiero a los de la mano. Los de carné de manehar carros y motosicletas los tengo todos intactos porque uno es persona de orden y concierto. De orden del señor alcalde y concierto de Pitingo versionando a Lauren Postigo en finlandés. Más concretamente.