Hace años que tengo la teoría de que cualquier cosa, dicha en plan gallego, mejora infinitamente. Pero en honor a la verdad, he de ampliar a otras lenguas esta novedosa teoría.

Ejemplo estándar en las dos lenguas del imperio universal:

Inglés: Keep my wife’s name out of your fucking mouth!

Castellano: ¡Mantén el nombre de mi mujer fuera de tu p*ta boca!

Ejemplos realmente molones:

Castellano, pero antiguo: ¡Pesia tal! A fe mía que, de insistir Vuestra Merced en mancillar con tal empeño el nombre de mi esposa, habréis de mediros conmigo dejando que sea el fino acero quien hable con gran profusión y claridad de entendimiento, y que el Altísimo dirima quién anda sobrado de razón, y quién de bellaquería.

Asturiano: ¡Ah, guaje! ¡Vuelves esbarriar eses babayaes de la mí muyerona, gárrote pola pechera y del fostión que t’arremango, instálote el güindous 15! ¿Oíste, ho? ¡Mongorolo! ¡Carapijo! ¡Que voy andate cola cara como andaba Alonso col Renol! ¡Gonmimadre!

Murciano: Acho, ¿paro tú que pijo andah diciando da mi mujé, ni na? ¿Tú are tontolocohone, o te comeh er colacao con tenedó? ¡Poh menúo zarangollo tieh tú en la cabaaaza, pijo! ¡Que ta viá da una pijá d’hohtia ca no va a sabéh si t’han pegao o te se ha caío ancima la tación apaciá intarnacioná! ¡Miá tú ar tontopollah eeehte!

Gallego: Oe, moreno! O mesmo que che digo unha cousa, dígoche a outra, ¿eh? Se volves dicir nada da miña Maruxiña, che aplano o morro cun lacón conxelado, ata que poidas ir a Corea do Norte e fáganche a reverencia pensando que es o gran lider deles, ¿oíches?

Y de esta burra no me apeo.