La cosa del universo Harry Potter mola muchísimo, pero le veo algunas lagunas culturales que habría que mejorar para una mejor adaptación a la idiosincrasia asturiana.

Hechizos:

«Expeliarmus», «Avada Kedavra», «Lumos»… son hechizos que están muy bien pero que quedan como pedantes. A un/a hechicero/a de Asturias le daría vergüencita decir esas cosas en público mientras blande su varita de ablanu, guiá, o fesoria mágica.

Eso lo sueltas un viernes por la noche, por ejemplo, en la Cuesta del Cholo, en Rivero o en la Calle Mon y lo normal es que te inflen el morro por tontaina y por pijotero relamido. Y con razón. Vamos, que si te atizan y llamas a la local, tovía vienen cuatro patrullas y te rematan a toletazos. Por fato y por boborolo.

En su lugar, sería mucho mejor contar con hechizos como «Nunveounpijo» para iluminar una estancia, «Doitequeteabraso» para hechizos fatales, «Tatiquietu» para hechizos paralizantes o «Entósquehaydelomío» para hechizos encaminados a obtener un puestín.

El colegio:

La sede del cole de magos no puede ser Hogwarts. Eso tiene nombre como de franquicia de esas que son todas iguales y venden puxarra a precio farlopa calidad suprema. En todo caso podía estar en Somiedo, que también hay praos, lagos, montes con fauna autóctona a maza, y entornos idílicos. No sé: la Escuelina de Caxigalines y Hosties de Brujeríes y tola Pesca de La Pornacal. Por ejemplo.

El Hagrid encargao del mantenimiento viviría en un hórreo lleno mierda, somieres, neumáticos podres y ferralla, decorado con tambores de lavadora a modo de tiestos. Y un cartel ferruñoso de sifón La Gocha Pinta claváu con una punta. Y en vez de Hagrid se llamaría Mino. Y cada vez que fueran a pedirle algo se cagaría en ocho o nueve santos y en medio panteón olímpico para, acto seguido, subirse en un Pasquali cuatro tallas pequeño y salir zumbando con un palillo entre los dientes a arreglar lo que fuere menester murmurando cosas como «gunmimadre, to lo joden» «si nun fuera por mí equí nun funcionaba ni la portiella» o «gonsandiós, ya me dijo mi padre que ficiera una efepé de coses de ordenadores».

El malo:

Nada de «Lord Voldemort» ni hostias así. Sería un carapijo de esos que van exigiendo en todas partes el libro de reclamaciones y que venga el encargáu, y se amarran hasta con el que le hacía la manicura a Paca y Tola. Se podría hacer un casting fácilmente en cualquier junta de vecinos. Podría ser el vecino que hace que las reuniones duren cuatro horas por una partida de dos euros con ochenta del ejercicio 2016 que, a su juicio, no están debidamente justificados. Que pa eso estuvo un mes preparando cosas con las que tocar los cojones en la junta. Y en vez de «Lord Voldemort» ni mierdas de esas, lo llamamos «Avelino el del 4ºB», o “el faltosu repunante que nun debe ser nombráu”. Que acojona mucho más.

Los personajes:

Nada de «Harry», «Ron» y «Hermione». Pin, Lolucu y Carmina. Y a tomar pol saco. El director del colegio, no puede ser «Albus Dumbledore». Lo dejamos en Manolo Feito, y arreglao.

Las asignaturas:

Nada de «Defensa contra las artes oscuras». Mejor cuatro horas semanales de «Si te arremango una hostia opérote de fimosis». La clase de pociones habría de denominarse “Lo de facer yintonis pijoteros, cóteles finos, y coses rares de chumar”. La clase de adivinación sería “Ya verás qué hostia va caenos cola factura la luz, pero lo de acertar la Primitiva, ya tal”. La clase de herbología tendría que ser sustituida por “Cómo tener la güertuca más guapa que Dios”. Y así todo.

Yo lo veo.