Y por ello se me antoja que debe ser sanísimo pasarse de tarde en tarde a la abrumadora realidad del lado oscuro de la Fuerza, aunque sea de becario mediopensionista. A ver qué pasa. Más que nada porque hay ocasiones en que el poder de la Fuerza además de fallar más que una escopeta de feria de fabricación china, chirría más que Colombo con camiseta de rejilla o que Pitita Ridruejo con cachirulo maño. Natural ¡Qué carajo! Ya no hay Fuerzas como las de antes…
Y es que de vez en cuando conviene soltarse la careta buenista, dar rienda suelta al malo malote que llevamos dentro y pasárselo bien de verdad, dentro de un orden: sólo hay que recordar sin ir más lejos que los caballeros Jedi, llegado el caso, repartían fostiones como panes de hogaza a barlovento a sotavento y a quien fuere menester pero, eso sí: en nombre de la fuerza y del buen rollito. Eso siempre.
Porque no es de recibo, por ejemplo, que estés tranquilamente tomándote un Gin Tonic apoyado en la barra de la taberna de Tatooine, te aparezca el típico mutante brasas con la conciencia alterada por el abuso de alucinógenos de los bosques de Endor y te empiece a dar la turra de mala manera.
-Maestro Obi Wan, que hay aquí uno que ya me está empezando a tocar el sable y la moral ¿Qué hago?– y el maestro Obi Wan, paciente, le decía con voz pausada tras darle un tiento al tintorro:
-¡Usa la fuerza como sólo un verdadero Jedi puede hacerlo, Luke!-
Y efectivamente, Luke con disciplina marcial se «arremangaba» la capa Jedi molona pero estudiadamente viejuna y raída -porque los Jedi, al igual que Rajoy, la Merkel y otros próceres de la Federación, son ante todo austeros- y sin más preámbulos le medía el lomo con la espada láser al mutante de turno aprovechando para leerle la cartilla hasta que recitaba la lista de los reyes godos del planeta Naboo de memoria y silbando un tango pa’dentro.
No se sabe con seguridad si aquello restablecía el equilibrio de la Fuerza, pero al menos Luke se terminaba el Gin Tonic tranquilo.
Y dicen las malas lenguas que aquella noche Obi Wan y su joven padawan fueron vistos por los infectos garitos de carretera de Onderon, que eran ciertamente oscuros pero tenían su «aquel». Y en la penumbra de uno de aquellos antros, entre alienígenas y mutantes de mal vivir pero buen alternar, el joven Luke, dubitativo y cándido, preguntó a su maestro:
-Maestro Obi Wan, ¿Es lícito transitar más allá de los límites luminosos de la Fuerza, hasta donde la penumbra preludia la llegada del lado oscuro?-
Y una vez más el viejo maestro, mesándose la barba, sentenció con voz firme:
-¡Relájate y disfruta, tontín!
Moraleja: está bien ser Jedis, pero no gilipollas.
Nos ha jodido la Fuerza con sus flores…
Hola, Isma. Acabo de descubrir tu blog y… me ha encantado esta entrada!! =) Ya tienes una lectora más.
¡Bienvenida Nienor! Me alegra que te sientas cómoda por estos andurriales ojipláticos. Gracias por tu comentario!