Hay que esforzarse un poco con las plegarias que se suben a Facebook. En el tema del contenido no me meto, porque del mismo modo que un rapero rapea como le da la gana o un reguetonero hace lo que puede -aunque no me explico cómo Dios permite semejante cosa-, el rogante ruega lo que estima oportuno y se le canta por el arco triunfal. Si tú pides con gran fervor que te colmen de piña para mancillar la pizza, o supositorios de guindilla para a saber qué perversión, es cosa tuya. Diosito es tolerante con casi todo. Pero cúrratelo un poquito y procura pedir las cosas sin un aluvión de faltas de ortografía.

Claro, porque las formas hay que cuidarlas también y nunca está de más pasarle el corrector ortográfico a las plegarias antes de subirlas a Facebook. De lo contrario, es probable que el algoritmo no las ponga en los primeros puestos, y Dios no las vea. El posicionamiento es muy importante. Lo mismo en las plegarias que en las listas electorales.

Luego os preguntáis por qué vuestras súplicas no han sido atendidas. También os digo que con semejante ortografía queda acreditada la benevolencia y amor infinitos del Altísimo. Si veis que tres segundos después de copiapegar vuestra plegaria de seis palabras y catorce faltas de ortografía en Facebook no os ha caído un meteorito en lo que es la diana la coronilla, es porque:

A) El bendito algoritmo, en su infinita misericordia, os ha hecho un favor y ha puesto lo vuestro al final del todo del timeline de Dios a ver si hay suerte y no lo ve.

B) Dios es amor infinito, y a pesar de los flagrantes defectos de forma que harían vomitar al más aguerrido espartano, ha admitido a trámite vuestras súplicas.

C ) En estos momentos, Dios no tiene stock de meteoritos. Pulse 1 para recibir una pedrá pequeña. Pulse 2 para intentarlo más tarde.

Llega a ser una deidad más tiquismiquis y no tenéis cueva bastante pa esconderos del furor domini. También os lo digo.

Un consejo: si veis que tal, volved a las plegarias orales, que ahí la cosa queda más disimulada que por escrito. A Dios le placen las plegarias a través de notas de voz, como ha sido casi toda la vida. No es como en el güasap, que ahí no hay Dios que las aguante.

Y hasta aquí, «Teología para todos». Les esperamos en nuestro próximo episodio, donde explicaremos por qué compartir fotos de fajos de billetes en Facebook, es a la prosperidad lo que rascarse el entrepato a calmar la tos persistente.