Yo sé que con esta crítica de cine que voy a hacer, voy a ganarme enemiguis en cantidades importantes. Pero qué se le va a hacer. Vivimos en un mundo extremadamente imperfecto en el que lo sano es comer pación sin sal y los matojos no dan churros. Así que ante tanta miseria, ya da todo igual.

Me he visto unos 23 minutos de la trepidante pinícula Dune. La de 2021. Y eso dando constantemente al botón de rebobinar para volver a ver el tostó… la misma escena varias veces. Porque mientras tanto me distraía con todo lo demás que hay en el universo: una célula de mi meñique haciendo la mitosis, mi planta de interior currándose la función clorofílica, una bacteria haciendo pilates…

A ver: la cosa es que hay un planeta que se llama Arrakis, que es nombre como de cantante griego venido a menos. Pero no. Arrakis es un secarral de mierda perdido en el espacio. Es todo arena, y solo se puede salir de noche porque si te sacas la churra para orinar durante las horas de sol, se te convierte en torrezno de Soria en cero coma. Ahí hace más calor que en una pollería almeriense en agosto. En Arrakis viven unos pringaos a los que les vacila todo el puto universo conocido, que van allí a mangarles un polvillo que parece pimentón de la Vera, pero ellos en un alarde de originalidad de la hostia, lo llaman «la especia». Así es imposible prosperar. La especia en cuestión es un alucinógeno muy bueno, que además cura enfermedades, te engrasa el karma y te deja los chacras pa pasar la ITV. Y hablas con los dioses y la repera. Pero no es porque sea alucinógeno, ojo, cuidao. No.

Por la noches, bajan las naves espaciales de una familia que no me acuerdo del nombre, pero los llamaré «los Pollenson». Y sueltan unos tractores de diseño que recolectan la especia hasta que se hace de día, que tienen que meterlos otra vez en el garaje de las naves pa que no se les gripe el cigüeñal por culpa del tiempo de mierda que hace en Arrakis. Porque AL LORO, resulta que la especia también vale como combustible para viajar por el universo. O sea, que lo mismo vale pa la automoción, que pa pillarse unos ciegos guapísimos, pa curarse pupas, o para adobar el pollo. Normal que sea la sustancia más cotizada del fucking universo.

Recapitulemos: una sustancia carísima que se encuentra en un secarral inhóspito y tórrido donde Fernando VII perdió el paletot, y la superpotencia del universo va a saco, reparte unas manitas de hostias, y se queda con tol tomate a través de familias de oligarcas cabronsones. No sé en qué se ha podido basar el autor.

La movida es que el Emperador de todo el Universo Conocido, que hay que tener el ego como el depósito un portaviones pa hacerse unas tarjetas de visita que pongan eso, le manda a la familia Pollenson que se piren de Arrakis, y manda a otra familia de oligarcas a que siga con el latrocinio pa seguir forrándose él. Esto es una cosa jamás vista en la historia, oigan.

Esta nueva familia, que llamaré los Piruletaffen, tiene como heredero un pajiller… un adolescente que tiene poderes muy tochos, y ve cosicas que van a pasar sin necesidad de darle a la especia como si no hubiera un mañana. Es un Rappel, pero no tan de Aliexpress. Y que además no se viste de mamarracho. El tema outfit, lo llevan bien. La madre del zagal, que también está iniciada en los asuntos de la religión nosequémimadre y se sabe más trucos que Hermione la de Jarripoter, se ve obligada a llevar al nene a presencia de la reverenda madre que no me acuerdo como carajo se llama, así que la bautizaré como «la reverenda madre Gayospermaesmegma». Una petarda insufrible que va por la vida midiéndole los poderes a la peña y afeándoles la conducta si a ella le sale de su reverenda almeja. Esto también me suena bastante, pero no me acuerdo de qué.

Pero antes aparece un monje con cara de chino, que le hace una ITV al chorbete a ver si está en condiciones o no. Se conoce que le encuentra la tensión, los triglicéridos y la vesícula bien, porque le da la pegatina, y el zagal pasa a la siguiente prueba ya con la vieja oligofrénica.

Entonces, la reverenda madre Gayoespermaesmegma, sacerdotisa de la religión chimigüini que profesan por aquella zona, le manda meter la gamba al zagal en una caja reciclada de Dulce de Membrillo Viuda de Carranchales, mientras que le pone en el cuello un pincho embadurnao de veneno caducao. O sea, que si el pajiller… si el muchacho no pasa la prueba, lo apiola allí mismo por pajilleroopresor. Porque claro, que un rapaz ande teniendo los sueños que se le canten sin que estén debidamente homologaos, HASTA AHÍ PODÍAMOS LLEGAR. Pura magia. Yo a esa prueba le encuentro fallos en lo que son los criterios de evaluación. Que tampoco sé de que me suena porque eso aquí no se ve nunca.

Y para esto que os acabo de contar, veintipico minutos de película. Eso es más trepidante que un documental japonés sobre la elaboración artesana de flautas de bambú usando la minga según los preceptos del Khun Seo Harato Kotama. Que debe ser algo muy tocho de eso japonés.

A ver si tengo arte pa ver lo que me falta y os la acabo de contar.

Me cago en mi pena negra…

NOTA: he de decir en mi descargo, que tal vez no me hallo en los momentos más lúcidos de mi existencia por cositas que ya os contaré. Igual es por eso que no acabo yo de cogerle el intríngulis al tema. Y hasta aquí puedo leer. O sea, escribir.