Lamento ser monotemático, pero últimamente la enfermedad de mi mujer me impide seguir reflexionando sobre las ocurrencias de  ZP, Rajoy y todo el colegio cardenalicio y la estupidez que nos desgobierna. En la próxima entrada trataré de hablar del gobierno y del mundo en general. Lo prometo.

De todos modos, parece que la fase de pasteleo por la que pasan estas líneas sólo será un breve paréntesis, porque  hoy nos llegan directamente desde el frente noticias esperanzadoras. De momento todo apunta a que el cáncer no se ha extendido. Y es que cuatro palabras puestas en boca de un médico tienen efectos más que calmantes: «Esto tiene buena pinta». Los primeros análisis indican que no hay afectación, aunque aún faltan pruebas definitivas

Quedarán cicatrices en el cuerpo y en el alma, que luciremos con orgullo porque nos confieren la categoría de supervivientes. Y a los que tengan que enfrentarse a esto les digo que le pongan nombre desde el primer día, porque los eufemismos y los rodeos sólo llevan a lugares llenos de miedo. Y si a la incertidumbre le sumamos miedo, no hacemos sino agrandar al enemigo.  Aunque después vengan «no obstantes», «peros», «podría ocurrir» y otros matices que impiden decir todavía que «cautivo y desarmado» el enemigo se bate en retirada, pero que sí dan pie a adelantar trabajo e ir redactando un escueto y último parte de guerra que diga con letras bien grandes:

«La guerra ha terminado»