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-¿Do vais con tal profusión de aspavientos e turbaciones del ánimo, que de tan abundantes e xenerosas tal pareciera que os llevan los demonios en alforja con profusión de ortigas e cardos, e de otras plantas que natura engendra con ánimos e maneras de mortificar las carnes e lacerarlas de los muchos picores e pinchamientos, maese Algerico?

-Voy do las olas de la mar oceana me hicieren merced de mesar las barbas, e acariciaren mis carnes mortales más con ánimo de procurarles posada do descasaren de tantos quebrantos que me afligen, que de otros placeres pecaminosos que no son cosa honesta pues, como así me viene al entendimiento, no han más propósito que el de proporcionar placeres vacíos que, por más que calmaren las ardores carnales, ni sustentan ni dan albergue a cosa buena que el alma sanar pudiere

-Plúgale al Altísimo guiaros en el camino hacia tal Edén, e que de abundancias e descansamientos e relaxaciones del cuerpo e del alma os obsequie cumplida provisión. E vuelva Vuestra Merced con los espíritus renovados a darnos de compañía e de relatos e sucedidos e de cuantas cosas curiosas de mucho asombro os acontecieren en vuestro retiro, generoso obsequio en la taberna al calor de la frasca de caldos de la tierra que a buen seguro serán riego bastante e de mucho reconfortar por oír tan magnas hestorias e crónicas.

-Agradezco a Vuestra Merced la profusión de parabienes e bendiciones todas que, llévenme los demonios si miento, traen al corazón de este cristiano viejo aires renovados e límpidos, e recuerdos de juventud que estimaba yo perdidos y enterrados en cualquier rincón húmedo de la memoria. Vaya con Dios Vuestra Meced.

-Tal deseo recibo, e con cumplidos intereses os devuelvo, Maese Algerico. Id con Dios pues.

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-¡Coño Paco! ¿Qué hacías ahí charlando con el Algerico?

-Ná que se va a Benidorm er hioputa. Con el Imserso

-Es buena gente el Algerico. Igual algo conservador y eso…

-Psé…

-Bueno hala ¡Que te den, Paco!

-Hala, alegrándome. ¡Que te folle un pez espada, Pepelu!

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-A fe mía que en este pueblo es cosa muy espantable de ver, e orixen de muchos quebrantos en la presencia de ánimo e de muchas mermas de las propias fuerzas, el tener que andar con tantas nivelaciones e cambios de rexistro en las cosas del hablar por mejor agradar e mantener las formas con el vecindario. ¡Pardiez! ¡De nuevo torna ese molesto picor a mortificarme los innombrables! A fe mía que tras este árbol bien podré procurarme alivio al abrigo de miradas de poca discreción e prudencia… scrach…scrach…scrach…

-¡Coño Paco! ¿Qué? ¿Arrascándose la güevera ahí con ansia, eh?

-Eeeeehhhh… séee, bueno, es que me picaba y… ¡Pesia tal! ¡Tras este inoportuno encuentro barrunto que habré de mudar casa e tierras a otra villa do ningún cristiano me conozca! Pienso, a mayor abundancia, que habrá de ser a otra comarca, que de tan lejana arranque las raíces que me ataban a estas tierras ¡Puto picor de güevos!