Hoy, os traigo este elaborado texto lleno de delicados matices para ayudaros a elegir con criterio qué fragancia le va bien a vuestras carnes morenas de la persona humana.

Cuando estás probando las Eaus de Cologne en una expendeduría de afeites, perfumes y golifandas en general, ocurren una serie de procesos cerebrales increíblemente interesantes, y perfectamente estudiados y descritos en infinidad de estudios científicos. Son movidas muy tochas acerca de la sinapsis neuronal, la evocación de momentos vividos, o la producción de elementos bioquímicos: serotonina, dopamina, mercromina, Josefina…   Por desgracia, yo no me he leído ninguno ni tengo la más p*ta idea del asunto. Pero ser, son muy interesantes.

Dicho esto para dejar patente que todo lo que viene a continuación es una cosa científicamente demostrada, comienzo esta breve disertación acerca de la elección de tu parfum , eau de parfum, o eau de cologne:

Lo de comprar parfum, eau de parfum, o eau de cologne, es una cuestión de perras. Así, a calzón quitao, estas son las diferencias:

Parfum: viene a ser el bogavante del cantábrico de las cosas que huelen chachi. Caro, duradero, exclusivo. Pura esencia. Intensito como pa ponerle un piso en Manjatan. Una gota da para ambientar el Benito Villamarín petao durante 3-4 días.

Eau de Parfum: bogavante, pero más pequeño y de un mar un poco más de chichinabo. Pero muy bien también. Las más baratas se las puede permitir cualquier pringao, pero tampoco despilfarrando. Eso hay que mirar a ver pa que no se gaste mu pronto. Lo echas por la mañana, y pa la merienda todavía golifas bastante bien, o incluso muy bien. Excepto si te ha abandonao el desodorante, o has comido en un bar fritanguero. Entonces olerás a WC público en el que han echao ambientador tratando de disimular en vano lo inevitable.

Eau de cologne: son los palitos de mar de la perfumería. Los hay de marca blanca y de marca guay. Vale. Pero al fin y al cabo no dejan de ser palitos de mar hechos con tendones de gamba, venas de langostino baraturcio, y así. Una cosa asequible para la chusma que quiere disimular un poco el olor a proletariado. En esta categoría estaban el Varón Dandy, el Lucky, y otros clásicos inolvidables que tanto esplendor ibérico han dao a nuestra patria. Y también el Brummel y su P*TÍSIMA MADRE. Aquello olía a vertido de fábrica de pinturas. Amos, no me jodas. Y los psicópatas que le hicieron el marketing, con to lo gordo, van y le hacen el eslogan «Brummel. Mejor cuanto más cerca.» CUANTO MÁS CERCA ¿DE QUÉ? ¿DE UN ALTO HORNO PA INMOLARSE DENTRO Y NO ATORMENTAR MÁS A LA HUMANIDAD CON AQUELLA PESTE? Los más jóvenes no lo recordaréis, pero en los años 80, los antidisturbios usaban gases lacrimógenos fabricados con Brummel. Aquello despejaba la Plaza de Colón y calles adyacentes hasta Algete en 25 segundos exactos. Hasta que se prohibieron por vulneración de los derechos humanos más elementales.  Como normal general, cualquier fregasuelos medio supera en matices olfativos a casi cualquier colonia. En el caso de Brummel, cualquier refinería de calcetines sudaos, o cualquier quesería sin ventanas, especializada en la elaboración de quesos  de leche de yak y mofeta, huele mejor. 

Esto, respecto al precio. Como asumo que aquí somos mayoría de proletarios y clase obrera, pero con clase, nos vamos a centrar en las eaus de parfum.

El precio: ¿marca blanca, o marca guachipiruli?

Si te surtes en supermercados y afines, las eau de parfum tienen nombres evocadores, tales como «1», «45» o «63». Por los 9,90 que vale una tarreña de 150 mililitros, a ver qué carajo querías. Eso sí: circulan por la Internet profunda listas que te dicen a qué eau de parfum de las buenas se parecen. Por ejemplo: Eau de parfum nº 48, se corresponde más o menos con «Eau de Chochette» de Cagolina Heguega, con el matiz de que el litro de esta última viene a salir por tu salario de dos trimestres. O tres. O más. Con esa mierda de bote en el que apenas cabría el lapo de una mariposa de tamaño medio, tienes pa hacer la compra del finde. Bueno, tampoco tanto. Digamos que tendrías pa medio depósito de gasoil de un utilitario medio. Puede que un poco más.

Truco: para saber si una Eau de Parfum es carísima, basta con mirar el precio del delicado envase de diseño de 30 mililitros de capacidad. Si tu cerebro le da una orden clara a tu laringe y de repente dices «¡SU P*TA MADRE!», es que es carísima. Si además eres de ciencias,  te da por calcular a cómo sale el litro, y sufres un infartito, ya quedaría científicamente probao que es carísima.

Nota: asegúrate de que la tienda de perfumes tiene desfibrilador.

Otra nota: si el infartito también te da en la tienda de a 9,90 la tarreña de 150 mililitros, es que eres pobre, pero de verdad de la buena. A ver, vale que eso ya se va a 66 pavos el litro, pero vaya… mejor no calcules lo que vale el litro de «Eau de Chochette» de Cagolina Heguega, porque ahí sí que te da infarto, prefarto, postfarto, y el apechujque en general hasta la decimosexta generación.

Las familias olfativas:

Las eaus de parfum se dividen en familias olfativas en función de a qué golifan. Por ejemplo:

Amaderadas: sándalo, cedro, abedul, pata de palo, bate de béisbol, cachaba de patriarca (esta suele tener además, notas de cuero), mesa de Ikea…

Florales: rosa mosqueta, jazmín, nardo, Rosa Díez… Como curiosidad científica que le da calidad al relato, Margarita Robles pertenecería a la vez a la familia floral y a la amaderada.

Cítricas: mandarina, bergamota, pomelo, Gintonic, picapica, Sugus de limón, Limón Bolívar, Tinto Don Limón…

Orientales: incienso, benjuí, mirra, rollito de primavera, Señor Miyagi, Karate kid, yatekomo yakisoba, queso Cabrales… (sí, ¿qué pasa? Es del oriente y punto).

Como curiosidad, las colonias también tienen familias olfativas. El Brummel, por ejemplo, es de la familia olfativa de los hidrocarburos caducaos.

Hay más familias, pero no quiero apabullar con mis conocimientos perfumológicos.

Las notas olfativas:

Cuando te echas del flis de eau de parfum de a 9,90 el flis flis de 150 mililitros, se perciben una serie de notas olfativas, en tres fases perfectamente definidas:

Notas de salida: a lo que huele según te lo echas. Por ejemplo, mandarina y pomelo, o escupitajo de unicornio y polvo de hadas.

Nota de corazón:  se perciben después de un ratico, y es a lo que nos huele el eau de parfum, mayormente, pa que nos mole o no. Por ejemplo: rosa y canela, o croqueta de bacalao.

Nota de fondo: es el olorcete que perdura en la piel. La base de to. La madre del cordero. Por ejemplo:  cuero y patchouli, o asiento de Seat 127 y bola de alcanfor.

El Brummel, aunque sea una colonieja, también tiene notas olfativas: concretamente, suspenso en todas. El Brummel no tiene güevos a ir a casa con semejantes notas porque le hacen un güilesmiz que le saltan el tapón y la pegatina y lo echan del domicilio familiar por asqueroso.

 Para precisar más, de entrada huele a carburador de motocarro quemao y orín de macaco. Las notas de corazón tienen una marcada presencia de aromas a costra de desagüe y heces de facóquero.  Las notas de fondo son sutiles retazos de cenicero de puticlús y urinario de cárcel birmana, completando así el desolador panorama.

Para finalizar, es importante señalar que no existe ser humano sobre la faz de la tierra capaz de probar en la tienda más de dos eaus de parfum seguidas sin hacerse la picha un lío. Para eso habría que ser metódico y ordenao, y usar los papelitos esos que tienen para que eches un flis en él a la buena fin de catar las notas de entrada, corazón, y salida. Pero hay que ser honestos: si andas regular de puntería para afinar en un inodoro, no digamos para atinar un flis en un papel de mierda de 1,5 milímetros de ancho. Eso se escapa por todas partes, y te se va acumulando en la mano una capa de nº 63 encima de otra de nº 42, y para cuando vas a echar la nº 14 ya no hay quien se aclare. Es normal, porque estás sujetando los tres papeletes con una mano. La otra es pa coger los flis de prueba y pulsarles el caperuzo como si no hubiera un mañana. NO. La técnica de arrimar el pico al pitorro del frasco probador, NO FUNCIONA. Eso huele a la mezcla de los 68 aromas del muestrario que los pringaos que te han precedido, han ido dejando con sus manazas sobre la superficie del bote. Eso ya no es un bote. Es la ONU de los botes.

Para ir a probar perfumes con un mínimo de criterio científico, hay que ir acompañao de tantos amigos como perfumes vayas a a probar. Y punto.

Pero la regla de oro es que a partir del tercer flis, tu cerebro colapsa y todo huele a Brummel, primos.

Esto es asina.