Me fascinan muchas cosas. Pero una de ellas, son los videos de señores japoneses de mediana edad que tienen autocaravanas diminutas de la Señorita Pepis, que caben ellos de puto milagro. Y eso que los japoneses suelen ser de natural compactos. Menos los que hacen Sumo. Las autocaravanas en cuestión vienen a ser del tamaño de un Seat 850, pero con la caja de cierta altura para que pernoctar ahí sea medianamente compatible con la vida y con las leyes físicas del universo.

Lo llamativo del asunto, es que los tíos llevan todo tipo de equipamientos ahí embutidos: panel solar, agua, cagaducto y meaducto portátil, cocina, herramientas, un kayak, una muda limpia, y el lecho para pernoctar.

La mecánica es muy simple: la del video, digo. La de la autocaravana es un milagro, porque meter todo eso en el chasis de un Seat 850 tiene más mérito que el que le insufla la anchoa a las aceitunas y luego les pone la tapa. Una por una. Si eso no es brujería fina, yo ya no sé. En el video te cuentan todas las mierdas que lleva su miniautocaravana llavero, que como digo no son pocas. Lógicamente lo hacen en japonés. Porque los japoneses para esas cosas son muy suyos. Generalmente, te dicen que van a ir con su troncomóvil de Feber a la prefectura de Waygu a tomar una baño termal y a comprar cosas para cocinar dentro de su 850-vivienda. Y, efectivamente, el señor Kagarata se va a la prefectura en cuestión a 60 por hora, que es lo que alcanza el Japomóvil si le pisas como si no hubiera un mañana. La prefectura está a 600 kilómetros, pero sin embargo el tío llega a destino antes de la siguiente glaciación. Ahí tiene que haber truco.

Los videos suelen empezar así:

-¡¡¡JAI!!! ¡¡¡ARATO SO DOGU TOYOTOTOMI!!!

Que te pegas unos sustacos de la hostia, porque parece que el señor Kagarata está como encabronao, y lo que esperas es que a continuación salga una mano de la pantalla y te meta una guantá que te salte un globo ocular. Pero enseguida ves que está contento porque hace una reverencia y sonríe para, acto seguido, rematar con un rotundo:

¡¡¡HARI TOKAMI SO MASSSSSS!!!

Que ahí vuelves a dudar y te dan ganas de pedir perdón, por si acaso. Mientras tanto vas leyendo los subtítulos traducidos automáticamente por Youtube, que a mí personalmente me generan ciertas dudas en cuanto a la precisión:

-Broncearse hola entonces. ¡La cáscara es un poco trocánter! ¡Cascayu! ¡Maleta! ¡Pocos faradios te han dao a ti de muchacho! ¡Alimaña! ¡Calzonazos! ¡ORIGAMI TOKASAKO!

Pero, más o menos, te vas enterando de lo que dice el señor Kagarata, que con gran emoción va sacando todo tipo de artilugios, que no sé dónde coño los guarda, pero el caso es que los lleva en su velocípedo-vivienda. Sólo en materia de termómetros digitales lleva como 8. Y los coloca estratégicamente por todas partes . ¡PERO QUÉ DIFERENCIAS DE TEMPERATURA ESPERAS ENCONTRAR, SI TU VEHÍCULO MIDE 1,50 DE ANCHO POR 1,80 DE LARGO! ¡ALMA CÁNTARO!

Tras constatar con gran satisfacción que la diferencia de temperatura entre el habitáculo y el exterior es muy notable, el señor Kagarata se va a tomar un baño termal, que los japoneses son mucho de eso, y acto seguido se pone a cocinar dentro de la autocaravana de bolsillo para tomarse un «bocadillo de medianoche».  O eso dice er hioputa. Porque saca un bistec de buey de Waratashi, catorce salsas, un saco de verduras, un paquete de salchichas que he visto pértigas más pequeñas, y lo cocina todo mientras va trasegando cervezas como quien bebe agua del grifo. No contento con ponerse hasta el ojete con todo eso, con lo piquiñico que es el buen hombre, que eso es tamaño cuartilla, después se cocina un perolo de 80 centímetros de diámetro de fideos de esos de Yatekomo Kawasaki y se los come sorbiendo estrepitosamente, que en Japón es una cosa que está muy bien vista. Y luego se casca otras seis cervezas. ¿Cómo no va a estar contento el cabronazo? Menuda vidorra. Pues si eso es un «bocadillo de media noche», yo no quiero pensar lo que será una espicha japonesa. De ahí vuelves a casa en UVI móvil.

Y luego el señor Kagarata se va a dormir. A la mañana siguiente, observas con estupefacción que el cabronazo se prepara para desayunar una tarreña de arroz que, cabalmente, vienen a ser unas ocho raciones de persona normal. Con salchichas, y panceta de la prefectura de Tocinako. Y le casca dos huevos encima.

Eso es pa verlo, y por eso me fascinan tanto los videos de señores japoneses que tienen microautocaravanas.

Buenas noches.

(en la foto, el señor Kagarata diciendo «broncearse hola, entonces» sin venir a cuento, en el aparcamiento del Pryca de Japón)