Ya advierto de antemano, que esto es largo y no apto para seres de luz biempensantes de la Cofradía del Santo Pensamiento Único y Correcto. En tal caso, ni sigas. No te molestes. Bloquea, y todos tan contentos.

Dicho esto:

Llevo varios días respirando despacito, contando hasta diez y tratando, con escaso éxito, de fundirme con la Pachamama antes de soltar lo que sigue. Se ha dicho mil veces que “de esta salimos mejores y más fuertes”. Ya, ni me detengo a determinar a cuál de las múltiples “estas” en las que estamos metidos hasta las trancas se refiere el mantra en cuestión. Da igual, porque no: no salimos ni mejores ni más fuertes. Si acaso, ya ha quedado clarito a quienes no querríamos cerca ni en broma si las cosas fueran a peor (¡Sorpresa! Sí, las cosas SIEMPRE pueden ir a peor). Y eso, si hablamos del entorno más cercano. Léase, por poner un ejemplo inmediato, el vecino que acapara lo mismo papel de ojete que aceite churrero, no vaya a ser que quede algo para los demás, o quienes anteponen presuntos derechos que no son tales, a los derechos básicos del prójimo, pisoteándolos si es preciso.

La gente buena, lo era, lo es y lo será independientemente de las circunstancias. Lo positivo del asunto, es que mucha morralla humana ha dado la cara, pero a portagayola. Y eso se agradece para saber con más precisión a qué broza no debe uno arrimarse, ni para pastar.

Acabo de pagar el gasoil, en una gasolinera low cost que te cagas, al módico precio de 1,749 eurillos de nada. En breve, será más barato llenar el depósito de percebes. Llevamos ya ni se sabe cuánto tiempo con la luz a precios que han ido pasando de astronómicos a imposibles. Cuando los precios eran 10 veces más bajos, y siendo ya por entonces abusivos, todo eran alertas de pobreza energética y programas especiales en los que se contaba el drama que ello supone. Que, efectivamente, lo suponía ya en aquel momento. Pero ahora, NO HAY DRAMA DE NINGÚN TIPO. Ni arden las calles, ni se levantan barricadas. No procede. Los sindicatos no llaman a la movilización. Si acaso a la de cuestiones relacionadas con Eurovisión. Ya si eso, tal.

Nos venden que ser pobre es cuqui, sostenible, e inclusivo. Y cuela. Nos venden que nos van a crujir aún más, pero por nuestro bien. Y sigue colando. Nos venden que los culpables de que el planeta se vaya a la mierda, somos los pobres que no podemos permitirnos nada más allá de un velocípedo diésel, que cada vez que vamos a la ITV le tenemos que poner una vela a San Cristóbal para que haya suerte y no se nos joda el mes más aún. Pero a las reuniones cuquis ellos van en jet privado, o en coche oficial. Eso sí. Las autovías que han salido del bolsillo de tus abuelos, de tus padres y del tuyo, te las van a cobrar otra vez “porque hay que armonizarse con Europa”. Por la misma razón, tenemos que soportar el esfuerzo fiscal que soportamos, de nivel europeo, o superior, pero con un salario de mierda. Es lo que tiene la relatividad. Pero como somos unos desagradecidos insolidarios, no lo agradecemos lo suficiente.

Vivimos en una sociedad regida por psicópatas que se pasan por el arco de triunfo todo dato objetivo que no case por completo con su pack ideológico indivisible. Ya, no digamos si los datos tienen la osadía de contradecir dicho pack en cualquiera de sus partes inapelables. Arde Troya. Y no pasa nada. Tenemos que soportar que pazguatos que no han dado un palo al agua en su vida gracias a haber nacido en familias con cierta solvencia, nos den clases de lucha obrera y de todo en general. Manda huevos.

Vivimos en una sociedad tan esquizoide, que hay que callarse la boca y financiar con una sonrisa patriótica todos los delirantes problemas inventados y por inventar, que se les ocurran a unos entes que viven de ello muy calentitos, y que a la vista está, NO TIENEN LA MÁS P*TA IDEA DE LOS PROBLEMAS QUE TIENE LA GENTE QUE VIVE EN EL MUNDO REAL. Y no la tienen porque, en su inmensa mayoría, no han tenido UN SOLO PROBLEMA DE VERDAD EN LOS DÍAS DE SU VIDA. Pero hay que cerrar la boca, tragar, y seguir levantándose, y hablo por mí, a las cuatro y media de la mañana para ir a dar el callo. Porque, de lo contrario, eres un peligroso fascista. Idos a la m*erda un ratito. Por favor.

Sí: hablo por mí. Ni se me ocurre arrogarme, con toda mi jeta, el derecho a hablar por todos los de mi género, ni por todos los de mi especie. Y lo hago, porque de momento, al menos en teoría, se puede hablar. Otro tema es que luego te lapiden y te procuren una muerte civil lenta y dolorosa por salirte del tiesto. Censores no faltan. Con el agravante de que, por lo general, son voluntarios, y autonombrados para ejercer el cargo de gratis. Cosas de la vida occidental moderna.

Precisamente, porque quiero seguir viviendo en un país donde yo, y el que no piense como yo, pueda opinar, creer, vivir, y pensar como le parezca, siempre y cuando ello no implique el derecho a pisarse mutuamente los derechos y la dignidad. Un país en el que las calles ardan cuando las hostias vienen de un lado, y del otro. Donde un delito lo sea basándose en los hechos y tenga, a igual gravedad, igual castigo. Donde tengamos LAS MISMAS OBLIGACIONES y no te sangren por heredar las cuatro cosas que te hayan podido dejar tus padres. Donde viva gente que no tenga remilgos en poner en evidencia a sátrapas de toda índole, independientemente de que sean de su cuerda o de la contraria. Donde viva gente que no se pase la p*ta vida diciéndote cómo te tienes que sentir, lo que tienes que decir, cómo y de qué tienes que hablar, los límites del humor que puedes emplear, con quién y cómo te tienes que encamar, o lo que ha de ser censurado, cuando no directamente cancelado y arrojado a la hoguera para que los imbéciles no se ofendan.

Anda que no hay guindas para el pastel. Cómo será la cosa, que hasta el líder de la oposición ha sido tan TORPE de pegarse un tiro en el pie teniéndolo todo a huevo con solo sentarse y esperar. Como es habitual, por otra parte, en toda oposición que se precie. Lo de sentarse y esperar, digo.

Enhorabuena

. Te lo has ganao.

Si lo has entendido, me alegro. Si te has ofendido mu juete, mu juete, es que no debes estar aquí. Porque hay límites que carecen de toda gracia. Occidente se va al cuerno, pero no por los muchos pecados y cagadas cometidos, que son innumerables. Se va al cuerno porque entre religiones, neorreligiones, y dogmas de toda suerte y pelaje, estamos poniéndole al enemigo todos los puentes de plata posibles. Pero para que nos coma por una pata. No para que huya con dignidad. Porque somos así de cuquis, de blanditos, de olvidadizos, y de acomodados. Porque tenemos memoria selectivo-testicular, y lo único que importa es que el pack, el sacrosanto pack, no sea profanado. Por eso mismo. Mucha suerte para lo que ya tenemos encima, y para lo que se nos viene. Esperemos que impere, ya que no la decencia, la fría razón.

Y lo a gusto que me he quedao. Oyes…