Propongo que con lo recaudado se reduzcan drásticamente las listas del paro sustituyendo los radares por artistas que plasmen nuestras tropelías en hermosos retratos sobre lienzo. Y es que recibir una multa al óleo tiene que molar mucho más que una vulgar impresión láser, y además la puedes colgar en el salón en un marco de Ikea y vacilar con la vecina:
– …y en este cuadro sale mi Pepe el día que lo pillaron a 112,5 por hora en la A6 a la altura de Casquete del Palancar. Y sólo nos ha costao 500 leuros y 3 puntos
-¡Pos hija, por ese dineral lo podían haber sacao con menos arrugas! ¿No?
-Si la envidia fuera tiña…
Cada día tengo más claro que los creacionistas están cegaratos del todo. Sigo diciendo que el mundo ha sido, es y será una inmensa chapuza. A ver como se explica que Dios, en su infinita sabiduría, haya ido a poner los pozos de petróleo en zonas tan conflictivas que cada vez que un sátrapa de medio pelo con turbante en el ojete se tira un cuesco, el civilizado mundo occidental que antes ha bendecido al del turbante se pone a temblar como un flan con Parkinson agudo. Lo bueno es que todo se explica con aquello de que los caminos del Señor son inexcrutables y, por si fuera poco, insondables. Y todos tan contentos.
Claro que a lo mejor el problema es el petróleo y los hijos de la grandísma puta que lo mangonean. Lo que está claro es que si los coches funcionasen con tintorro al pueblo le estaría prohibido plantar vides bajo pena de prisión y martirio, y la Ribera del Duero estaría tomada al asalto por los Marines. Eso sí, nos haríamos el calimocho con coca cola y Efitec de 98 octanos que sería lo único que nos podríamos permitir.
Me pregunto si esa austeridad que nos imponen a los curritos de a pie se la aplicarán también ZP, Rajoy y todos los maracachimbos a los que en realidad representan y defienden, que mientras con una mano tocan felices las maracas al son que les marcan con la otra ponen el cazo. Y luego se permiten el lujo de darnos lecciones de ética, ciudadanía, solidaridad y buenismo.
Dicen que el tiempo lo pone todo en su sitio, pero para mí que no es así. Las cosas llevan más o menos en el mismo sitio toda la vida: unos pocos arriba y todos los demás abajo. Lo único que cambia es la decoración y las formas.
Va a resultar que era cierto aquello de que «Si la mierda fuera oro los pobres naceríamos sin culo».